13. Lo hecho, hecho está

632 51 3
                                    

Desperté en medio de la noche sintiéndome un poco mejor, pero con el cuerpo totalmente adolorido por la tensión de la tarde. Escuché a Rosé sollozar.

Rosie, ¿estás bien? - le pregunté abrazándola con más fuerza.

Rosé se giró y me besó en la boca. Con sus delicadas manos bajó mis pantalones y comenzó a masturbarme, lo que me hizo jadear.

Necesito sentirte - le susurré - déjame subirme.

No - me dijo - solo quiero limpiarte...

No entendía a qué se refería, pero me dejó besar sus tiernos pechos por debajo de su polera. Estaba a punto de correrme en su mano cuando ya no pude aguantarlo más, bajé sus pantalones y la monté.

No, no quiero así - se quejó empujándome con sus manos.

Amor, déjame sentirte - le pedí intentando besar su boca.

¡Sal, no quiero! - me gritó dándome una cachetada que me lanzó hacia un lado de la cama. La quedé mirando pasmada - no puedo... - agregó sentándose en la cama volviendo a llorar.

Subí mis pantalones y me senté a su lado.

Quizás es muy pronto - le dije intentando comprenderla - esperaremos.

Ni siquiera sé qué quiero hacer contigo - me respondió. La miré angustiada, no podría con el hecho de que ella quisiera separarse de mí, lo perdería todo, a ella, a Lea, a las chicas, todo lo que habíamos formado.

Rosie yo... - le estaba diciendo.

No digas nada - me respondió - solo abrázame.

Le hice caso y volvimos a acostarnos abrazadas. Caímos dormidas al poco tiempo y comencé a tener extraños sueños, donde tenía a Rosé y Lea conmigo en la cama, como ese día que vimos películas, pero en este caso ellas me masturbaban a la vez, cada una con una mano.

Desperté sudada y alterada por el susto de la pesadilla. Ya era de día. Rosé no estaba a mi lado.

Rosie... - susurré para mí. Me levanté y salí a la sala principal. Las rosas estaban en la basura, me acerqué para sacarlas y volverlas a ponerlas en la mesa de la entrada. En eso vi a Rosé salir de la pieza de Lea.

Pensar que habías hecho todo esto tan hermoso - me dijo señalando las flore y la mesa con las sobras de la noche anterior. Me sentí pésimo con esa frase.

¿Qué estabas haciendo? - le pregunté.

Estaba viendo la cama de Lea, donde me engañaste - me respondió sin expresión. Eso me hizo sentir aún peor. Me acerqué a ella y la abracé, Rosé comenzó a llorar.

Ya no me quedan palabras - le murmuré - solo siente mi corazón - agregué tomando su mano poniéndola en mi pecho.

No deja de latir - me respondió mirándome a los ojos.

No sabe como decirte que te ama solamente a ti y que cometió un terrible error - le dije tomando su mano.

Sé que Lea proporcionó toda la situación con el viagra y los somníferos de Lisa, pero lo hiciste igual - me respondió.

No culpo a las pastillas, fui yo la que cometió esa atrocidad - le dije agarrando su rostro - no me quito culpa.

La besé en la boca y ella no me detuvo. La arrastré hasta una muralla y apegué mi cuerpo al suyo. La chimenea estaba prendida y hacía que adentro del apartamento hubiera un clima agradable.

Mientras seguía besándola, quité su polera y su pantalón, desabroché su brasier y cayó lentamente por sus pechos. Rosé bajó mi pijama, yo quité mi polera y terminé quitando sus bragas.

Nos detendremos cuando quieras - le susurré mirándola a los ojos. Ella asintió triste.

Nos tiramos sobre la gran alfombra de la sala, me posicioné sobre ella y comenzamos a frotarnos lentamente, con mucho amor.

Júrame que no estuviste dentro de ella - me dijo Rosé agarrando mi cabeza con ambas manos para que la mirara a los ojos. Negué con la cabeza.

Te conté todo y toda la verdad - le repliqué jadeando. Ella me abrazó y se dejó amar por mi cuerpo.

Los minutos pasaban y yo no podía correrme, y por lo visto Rosé tampoco.

Lo siento - le respondí volviendo a mirarla. Estaba llorando - Rosé... - murmuré poniéndome de pie.

No puedo - dijo llorando y sentándose en el suelo - no puedo con esto - agregó. Nos vestimos en silencio.

No puedo estar contigo - dijo por fin.

No me digas eso... Rosé - le respondí.

Quiero el divorcio - dijo llorando a mares.

No... - murmuré - ¡no te lo daré! - le grité.

No importa que no me lo des, solo tomará más tiempo, pero al final esto igual se disolverá - dijo girándose y abrazándose ella misma con sus brazos - esto ya no es una familia.

¿Qué pasará con Lea? - pregunté.

Se quedará conmigo, no permitiré que te la lleves y tengas una relación incestuosa con ella - me respondió sin darme la cara.

Eso jamás pasaría, yo te amo a ti - le dije acercándome a su espalda y abrazándola.

¡Pero eso no te impidió cogértela! - escupió quitando mis brazos de su cuerpo.

Rosé... - susurré comenzando a llorar. Caí al suelo de rodillas - dime qué hago para que me perdones, haré cualquier cosa, cualquier locura...

Retrocede el tiempo y vuelve al momento que estás a punto de coger a nuestra hija y no lo hagas - me respondió. La miré con la boca abierta, era obvio que eso no era posible. Bajé mi mirada sin ninguna esperanza, todo estaba roto - necesito que te vayas - dijo sin parar de llorar. Se giró y se fue a nuestro cuarto.

Tú no me vas a dejar - dije levantándome, no supe si me escuchó o no, pero la seguí a la habitación y la tomé por la fuerza. La tiré a la cama y me subí sobre ella - ¡no me vas a dejar!.

¡Déjame! - me gritó ella, pero no le hice caso, bajé mis pantalones y los de ella - ¡no quiero, suéltame!.

No me vas a dejar - le murmuré fuera de mí. Rompí sus bragas y la monté posicionando mi fruto sobre el de ella. Rosé me miraba con terror - eres mía, no serás de nadie más.

¡No! - me gritaba Rosé, pero le tenía las manos sujetadas mientras me frotaba contra ella. Al poco rato me corrí, pero no me bastó, aprisioné sus manos con solo una de las mías y bajé la otra para penetrarla.

Eres mía - murmuré.

¡Basta, me duele! - gritó Rosé. En un segundo soltó una de manos, agarró la lámpara del velador y me golpeó con ella en la cabeza. Caí a su lado agarrando mi cabeza del dolor. Miré mi mano y la tenía llena de sangre. La miré hecha una bestia de furia, ella me miró con horror. Cuando iba a abrirla boca para decirle algo, quedé inconsciente.

Desperté en el sillón del penthouse con un vaso de whisky en la mano.

Familia Park (Rosé y yo, 2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora