Capítulo 7 Apophis

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El Dr. Daniel Jackson terminó su informe oral y observó las expresiones de asombro, miedo y aturdimiento de su propio equipo y del comandante de la base, el General Hammond.

A Daniel no le sorprendían sus reacciones, ya que él estaba tan nervioso por todo lo que había visto que sus manos aún temblaban de vez en cuando. Para sus compañeros, solo escuchaban una historia de cómo, posiblemente, la Tierra sería invadida y bombardeada. Miles de millones de personas morirían, y los que quedaran con vida serían esclavizados. Era aterrador, pero solo eran palabras.

Daniel había visto todo con sus propios ojos... Bueno, al menos él había estado allí y había visto morir a mucha gente cuando el Comando SGC, de otro universo, fue invadido por Apophis y sus naves que atacaron la Tierra.

Después de asentir en su interior en comprensión por el estado de sus compañeros y el General Hammond, el Dr. Daniel Jackson miró a la última persona en la sala de reuniones, el Coronel Maybourne, un miembro tanto del ejército como del NID, una agencia de inteligencia que, en teoría, se encargaba de proteger el proyecto Stargate de amenazas internas dentro del planeta, pero que a su juicio solo eran matones y corruptos.

La última vez que los del NID actuaron, querían secuestrar, encerrar y bajo tortura, y quien sabe qué otras atrocidades, obtener información sobre tecnología avanzada de un grupo de habitantes humanos de otro mundo, que eran pacifistas y se negaban a compartir su tecnología por temor a que algún extremista causara una calamidad al usarla.

Ese día, Maybourne le había dedicado una mirada que le juraba su eterna enemistad a Daniel después de que este ayudara a los Tollan a escapar de él y sus matones. Daniel supuso que sus rencores serían irreconciliables a partir de ese día, pero no le importaba demasiado. La gente como Maybourne le ponía los pelos de punta, y él no se imaginaba siendo su amigo. Sin embargo, al día siguiente, Maybourne volvió al Comando Stargate con una nueva asignación en sus manos para abrir una oficina allí, y Daniel temió que planeara una venganza en su contra. Por eso, él fue a espiar su reunión con el General Hammond para tratar de averiguar su propósito.

Daniel no era el único miembro de su equipo, pero sí era el único que podía actuar con descaro para obtener información, ya que Jack y Sam eran militares que tenían una jerarquía rígida, y Teal’c era un invitado extraterrestre que levantaría demasiadas sospechas si lo descubrían espiando conversaciones oficiales.

Todo fue normal durante el intento de espionaje de Daniel, e incluso logró escuchar parte de la nueva asignación de Maybourne, quien explicó que solo era un enlace diplomático y que el General Hammond seguía teniendo el control total del SGC. Al terminar, como Daniel no podía salir corriendo y hacer de su espionaje descarado algo aún más descarado, fingió leer un periódico mientras esperaba a que Maybourne saliera para hablar con el General Hammond.

Daniel esperaba que al salir de la oficina, Maybourne le gruñera o lo ignorara, pero Maybourne no hizo ninguna de las dos cosas, sino que lo saludó antes de marcharse, y Daniel juraría que sonreía de felicidad. Una sonrisa que confirmó solo unas horas después. Desde ese día, Maybourne cambió su trato hacia todo su equipo y el SGC. Era amigable, tratable, y el General Hammond incluso dijo que era razonable.

Daniel estaba asustado. No entendía cómo un hombre que un día estaba lleno de odio e intenciones asesinas hacia él y su grupo, se presentara ante ellos al día siguiente, mostrando una sonrisa amable. Una sonrisa que ya había durado dos meses. Era demasiado extraño, loco y aterrador. Algo siniestro pasaba con ese hombre, y Daniel ya daba un respingo cada vez que lo veía, porque no lograba comprender qué demonios estaba planeando.

Daniel abandonó sus pensamientos al encontrarse con la mirada de Maybourne, y pensó que quizás había estado pensando demasiado, y Maybourne simplemente había sufrido un accidente cerebral que le hizo perder la razón, porque de todas las personas que estaban en la sala, él era el único que mostraba una expresión satisfecha y de expectación, con una sonrisa sincera de felicidad.

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