CAPÍTULO 16. LOS LOCOS ESTÁN EN TODAS PARTES, NO SÓLO EN LOS PSIQUIÁTRICOS

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"The normals, they make me afraid
The crazies, they make me feel sane
I'm nuts, baby, I'm mad
The craziest friend that you've ever had
You think I'm psycho, you think I'm gone
Tell the psychiatrist something is wrong
Over the bend, entirely bonkers
You like me best when I'm off my rocker"

~Melanie Martinez

— Hola, guapa — saludó un chico con voz melosa

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— Hola, guapa — saludó un chico con voz melosa. Era rubio, con unos ojos castaños llenos de pura maldad, una nariz puntiaguda y una cara de pan. Se acercaba lentamente hasta mí.

— ¿Por qué tan sola? — continuó un segundo tío. Este era castaño, de ojos verdes inexpresivos y una sonrisa socarrona. Pero no esa que tanto me gustaba de esos labios carnosos, no. Era la de un tipo asqueroso.

— ¿Te hacemos compañía? — soltó un tercero. Este tenía la barbilla muy picuda, con una nariz muy ancha y unos ojos oscuros. Era escalofriantemente feo. Yo no era precisamente una obra de arte, pero vaya que el dibujo de un niño de dos años era más hermoso que él.

Parecía que tenían el discurso ensayado. ¿Y quién sabe? Tal vez así era. Patético.

Un cuarto apareció por la derecha de la boca del callejón, uniéndose al resto. Mierda, ¿de dónde coño salían? Este era pelinegro, de ojos tan claros que si no fuera por las pupilas, serían blancos completamente. También era el más grande de todos pero igualmente todos tenían una ancha complexión, con unos cuerpos bien trabajados. Aunque este último resaltara más. Podía imaginarme que practicaban algún deporte que requiriese este tipo de cuerpo. Me acordé del perfecto abdomen de Caín. Y lo cuadrado y bueno que estaba. Jugaban al fútbol, no cabía la duda.

— Dejadme en paz, no estoy de humor — advertí con una mirada afilada que cortaría cualquier cosa que se me pusiese por delante.

— La gatita tiene garras, miau. — El cuarto no había hablado antes, pero parecía que necesitaba con urgencia decir algo. Mejor que se hubiese quedado callado. Sobran palabras de los cerebros pequeños, ¿no es así?

— ¿Qué mierda quereis? — pregunté cansada de la actitud de estos imbéciles. Aunque por el ronroneo en sus voces tenía claro lo que buscaban, la idea tan siquiera de imaginarlo no me gustaba ni un pelo.

— Divertirnos, claro — anunció el segundo acercándose a mí. Este los tenía bien puestos si se acercaba de esa manera.

— ¿Sabéis quién soy? — Buah, esto quedaba de película pero es que si habían visto el Tik Tok, en fin ya sabrían de qué pie cojeo, ¿no? Aunque existen personas muy masoquistas.

— Sí, la que mandó a mi tío a la cárcel. — Mi cabeza hizo "clic", como si se encendiera una lucecita al final del pasillo.

— ¿El pederasta? —inquirí para molestar al sobrino, cosa que conseguí porque me gruñó en respuesta.

DEMENTE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora