CAPÍTULO 19. PRIONERA DE LAS FALSAS ACUSACIONES

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"Take me to church

I'll worship like a dog at the shrine of your lies

I'll tell you my sins and you can sharpen your knife

Offer me that deathless death"

~ Hozier.

Jamás pensé que la historia se volvería a repetir

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Jamás pensé que la historia se volvería a repetir. Pero aquí estaba, sentada en una sala de interrogatorios con las manos al frente, apoyadas en la mesa y esposada. No me podía creer que mi segunda vez con esposas no se debiera a ningún fetiche sexual, porque ¿en serio? ¿Otra vez estábamos en las mismas?

Pues sí, cuatro años después estaba en el mismo sitio. Ni siquiera se habían molestado en darle una manita de pintura.

Llevaba en este zulo metida al menos hora y media, no había comido nada en todo el día y me sentía famélica. No era buena persona cuando no tenía nada en el estómago, y aun así, se me había revuelto al volver a ver, a través de fotos, la pintoresca escena que alguien había montado en el instituto en mi honor. Ver eso fue enfermizo, al igual que sentir la sangre de aquellos chicos descender por mi rostro. ¿Quién se habría tomado tantas molestias?

Había llegado a la conclusión de que el asesino y el acosador eran la misma persona. Hasta ahora había asesinado a chicas que nada tenían que ver conmigo, como por ejemplo Steisy. Bueno, al menos no estaba relacionada con ella directamente, sólo a través de... Caín.

No tenía sentido, nada de esto lo tenía. Lía se había empeñado en molestarme el primer día de clases, simplemente le había dado de su propia medicina, y ahora esa medicina se había vuelto en mi contra en forma de veneno. Y luego estaban esos chicos que habían intentado propasarse conmigo.

¡Ay, que joderse!

La escena entera gritaba por sí sola que yo había sido la causante, sobre todo con la boca de la rubia cosida.

Aún no llegaba a entender si el asesino lo había hecho para culparme, o para venerarme. ¿Realmente lo había hecho por mí? ¿Y por qué no sentía nada al respecto? Es decir, sí, era una imagen horrible y terrorífica que probablemente volvería a ver en mis pesadillas, pero... ¿Por qué no me generaba ningún tipo de emoción? ¿Debería sentir miedo de una persona que ha acabado con la vida de cinco chicos que han intentado dañarme física y mentalmente? La pregunta era realmente sencilla, pero no tenía clara su respuesta. Y lo que más me cuestionaba era qué rondaba la mente del asesino. ¿Por qué se había encaprichado conmigo? ¿Qué tenía yo de especial?

Y justo en ese momento la respuesta llegó a mí. Sabía lo de mi familia y lo que le había hecho a mi progenitor. ¿Me vería como a una igual? No me podía creer que me estuviera intentando poner en su lugar para entenderlo. Aún así, lo que había hecho, matar a todas esas personas no tenía perdón alguno, al igual que yo no lo tenía. La venganza es un pecado tan grave como el asesinato.

DEMENTE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora