Era una noche fría y nublada, lo cual resultaba extraño, considerando que hace apenas unos minutos había un sol inmenso que parecía no querer irse. En medio de un callejón sombrío y desolado, si alguien que se detuviera y mirara con atención más allá de los contenedores de basura, podría distinguir un pequeño bulto que temblaba debido al repentino frio, o al menos eso parecía indicar.
Ese pequeño bulto era un niño llamado Miles Morales, de no más de 10 años. Sus ojos vidriosos y su cabello enmarañado detonaban el miedo y angustia que lo embargaba. Hace unos minutos había presenciado una tragedia inimaginable para su corta edad: había perdido a la única persona que le quedaba en su pequeña y rota familia, su padre, en un tumulto caótico que le resultaba difícil de comprender.
Entre gritos de su padre diciéndole que corriera, después de haber recibido un disparo en la pierna, y el sonido ensordecedor de disparos. Lleno de miedo y con lagrimas que surcaban sus mejillas, el pequeño Miles huyó instintivamente de la escena. Sus piernas temblaban y su corazón latía desbocado en el pecho. Cada esquina y cada callejón oscuro parecían acorralarlo, como si el mundo entero se hubiera vuelto en su contra. La angustia y la confusión lo envolvían, pero su instinto de supervivencia y algo más le gritaban que debía escapar.
Corrió sin rumbo fijo, buscando desesperadamente un lugar seguro. La noche se volvió mas oscura y la llovizna comenzó a caer, empapando su cabello desaliñado y su ropa raída. Su mente se llenaba de imágenes de su padre, momentos felices que ahora solo vivirían en su memoria. La risa de su padre, su abrazo cálido y reconfortante, todo parecía haber sido arrebatado de golpe.
Miles se encontró en un callejón estrecho, rodeado de altos muros de ladrillo que parecían cerrarle cualquier vía de escape. El eco de sus propios pasos se mezclaba con el sonido de su respiración agitada. De repente, una figura se dibujo en la obscuridad al final del callejón. Era su tío, el responsable de la muerte de su padre, con manchas de sangre y un par de rasguños en la cara, que apenas distinguibles en la noche y en la penumbra del callejón.
Con cada paso que daba esa silueta, que parecía acercarse hacia donde estaba y en sincronía con los latidos de su corazón, aumentaba la desesperación en los pequeños ojos de Miles, mezclada con las lágrimas que aún resbalaban por su rostro. No podía ver con claridad debido a la oscuridad, pero como si fuera un destello de esperanza, logró visualizar una fisura en uno de los muros de ladrillo, lo suficientemente grande como para que él pudiera pasar. Se deslizó silenciosamente a través de ese agujero en la pared, procurando no llamar la atención de su perseguidor, y entró a otro callejón donde encontró refugio dentro de un contenedor.
Mientras se encontraba escondido en el contenedor, Miles contuvo la respiración, intentando hacer el menor ruido posible. Su corazón seguía latiendo aceleradamente, y el miedo aún se apoderaba de cada fibra de su ser. Escuchaba atentamente los pasos de su tío que se desvanecían en la distancia, indicando que se había alejado. Aunque momentáneamente a salvo, Miles sabía que no podía quedarse mucho tiempo allí. Sin embargo, no sabía a dónde ir, no podía volver a su hogar ya que no tenía dinero y seguramente su tío Aaron lo buscaría en ese lugar, casi volviendo a entrar en un estado de pánico, recordó la conversación que tuvo con su padre un día antes de su cumpleaños:
- Miles – habla Jefferson llamando la atención de su hij, quien se encontraba jugando con sus muñecos en el piso de la sala. – Ven aquí, pequeño – le hace una seña con la mano para que se acerque y se siente al lado en aquel viejo y gran sofá.
- ¿Qué pasa, papi? – pregunta mientras se acerca con cautela, recordando si había hecho alguna travesura recientemente. Esto provoca una pequeña risa en el mayor.
- Vamos a charlar, nada malo – dijo levantando las manos como si lo acusaran de algo.
- En mi defensa... el gnomo me estaba mirando feo – comenta Miles haciendo un puchero.
- ¿Qué gnomo? – sacude la cabeza intentando no adivinar la travesura de su hijo- no importa, pequeño. Quiero hablar otra cosa - dice sacando un álbum de foto que se encontraba en un estado desgastado por los años – Es importante para cuando vayamos a la cafetería de mami – estas ultimas palabras iluminaron los ojos del niño, acercándose más al mayor para poder observar las fotografías que iban pasando. – Estos somos tu madre y yo cuando le pedí su mano en matrimonio... las fotos de la boda... y este... -su semblante se vuelve serio- es mi hermano, tu tío Aaron. Recuerda que tu tío y yo no quedamos en buenos términos cuando...- hace una pausa al sentir cómo su voz tiembla.
- Se descubrió que mamá era Omega...-termino la frase el pequeño, guiando sus manos a las de su padre para darle fuerza.
- Exacto, pequeño...-acaricia la cabeza de Miles -Me alegra que me escucharas tan atentamente -ambos se sonríen mutuamente -Bien, volviendo a lo importante- dice Jefferson para volver su mirada al álbum, pasando de página y sacando una fotografía – Este es era... bueno, es, mi mejor amigo, el padrino de mi boda y tu padrino, Miles- le muestra la fotografía y deja el álbum a un lado.
- ¿Mi padrino? - pregunta Miles con una mirada curiosa ante la persona desconocida.
- No lo conoces porque nos visitaba cuando eras muy pequeño, pero este señor nos ayudó mucho cuando escapamos – su voz refleja nostalgia al mirar la fotografía en la que se pueden apreciar tres figuras vestidas para una boda, dos como los novios del evento y un hombre trajeado con una gran sonrisa. La felicidad del momento todavía se podía apreciar en ese pequeño recuerdo, sacándole unas pequeñas lagrimas al mayor que pasaban desapercibidas para el pequeño, quien está mirando detenidamente la imagen. –Cuando algún día me pase algo, quiero que vayas a la dirección que está aquí detrás, seguramente este viejo lobo sigue estando en el mismo lugar- comenta, dando vuelta la fotografía para mostrar una letra cursiva y elegante en color azul oscuro.
- ¿Cómo que te puede pasar papá? ¡Si eres el mejor luchando! – comenta el niño, separándose del mayor para empezar a dar golpes al aire, fingiendo ser un luchador en plena pelea. Esto provoca una risa estruendosa en su padre.
- Es verdad, amigo – lo toma en brazos para poder levantarlo en el aire, sacándole una risa risueña a su hijo -Pero... -interrumpe el alegre momento para volver a sentarse en el sillón con el niño en su regazo -En caso de que suceda cualquier cosa, quiero que recuerdes adónde ir. Así que siempre mantén esta imagen cerca de ti, ¿de acuerdo? –.
- ¡Si, señor! - toma la fotografía en sus manos, mirando al señor que comentaba su padre, pregunta con curiosidad - ¿Y cómo se llama mi padrino, papá? -.
- Peter, Peter Benjamín Parker -le responde con una sonrisa, para luego darle un beso en la cabeza y levantarse del sillón para prepara la comida.
- Tío Peter... Peter Parker -repite en un susurro para recordar el nombre y corre a guardar la fotografía en su chaqueta negra favorita, la cual usa cada vez que sale con su padre, ya que tiene la silueta de una araña bordada en rojo en la espalda.
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Fin del capitulo. <3
¿Cómo les va pareciendo la historia por el momento?
Yo me iré a un rincón por darle tan rápido el evento canon a mi pequeño hombre araña :C
Pero es ¡Por el bien del canon!
digo...
¡Por el bien de la trama!
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Pd:No me maten:c
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PunkFlowers - "Tejiendo la libertad"
FanfikceEn un mundo distópico, en donde los Omegas eran considerados ciudadanos de segunda clase, sometidos a una vida de servidumbre y restricciones. En donde normalmente eran marcados sin su consentimiento, siendo limitados a ser incubadoras y objetos de...