Vestida de Novia

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Pensé que estaba loco, era una terrible idea quedarse el solo a defender ese lugar, pero yo no soy nadie para detenerlo.

-Se que suena mal, pero debo hacerlo, es lo único que me queda de mi familia, no puedo dejar que tomen lo poco que queda en esta ciudad.

-Te entiendo...

Las palabras sobraban entre nosotros, nos quedamos mirando el cielo que esa noche estaba lleno de brillantes estrellas.
El día de nuestra boda, no me opuse a su propuesta. Sin embargo en mi mente tenía muchas preguntas y pensamientos que me ponían cada vez más nerviosa. Solo éramos nosotros ocho, unas pocas personas que quedaban en aquella ciudad decierta y otros amigos de los pueblos cercanos.
De camino al altar, me encontraba realmente nerviosa, miraba a todas partes buscando consuelo alguno, y lo encontré. Lo ví en sus ojos, en esos hermosos ojos negros que tanto brillaban. Allí estaba esperándome en el altar, Johan me esperaba con la alegría de un niño pequeño al recibir un gran regalo. Justo entonces, cuando me dedico aquella preciosa sonrisa, sentí un caluroso y acogedor latir en mi pecho. Jamás me había sentido así, nunca me había emocionado tanto el caminar por un estrecho pasillo lleno de gente que me observaban, el ir con la mirada fija hacia la persona que causaba tantas nuevas emociones en mi corazón. Nunca me había emocionado tanto el estar vestida de novia y sentir por primera vez que alguien me quería, y el quererlo también. Estaba experimentando en aquel momento aquellos que los mortales llamamos amor.
Al llegar a su lado me dijo:

El viento fiero y guerrero,
a tu paso deja de vatir.
Las lágrimas derramadas,
hoy llegarán a su fin.
Esa hermosa primavera,
que hoy adorna tu esplendor,
permanecerá para siempre
con el brillo de tu amor.