08. El plan cambió.

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Carlotta

Sentí unas manos suaves tocando mis hombros. Me sentía avergonzada, pero más que todo asqueada. Flavio, sus hermanos todo esto era un puto show de poder. Nunca había visto a alguien matar a otra persona, menos de esa forma tan brutal. Padre siempre me había resguardado de ese mundo.

– ¿Estás bien?– preguntó Cossimo. Volví a verlo, sus ojos color miel eran amables, pero no podía confiarme, él era el menor de los Santoro, pero era igual de peligro.

Me alejé de él, con mi mirada aterrorizada. Entonces sentí un cuerpo duro detrás mío. Su espalda era como estar apoyada en una pared de cemento, su aliento suave recorrió mi cuello, me tense. Sus dedos recorrieron mi clavícula, me paralice ante el toque de sus dedos.

– Inaceptable muñequita, arruinaste mi alfombra favorita ¿Qué castigo te mereces? – no podía más, la intensidad de la voz de Flavio, él asqueroso olor a sangre mezclado con el olor del asqueroso vomito hacían que quisiera seguir vomitando.

No respondí nada, no podía moverme. Segundos después Cossimo apareció de nuevo con una vaso con agua, me lo entregó. Lo tomé porque mi aliento era asqueroso y la sensación era peor. Me temblaban las manos.

Flavio volvió a dirigirse a sus hombres, esta vez tomó mi mano sin previo aviso. Me jaló hacia él, aprete la mano alrededor del vaso como aferrándome a él. Por unos minutos me había olvidado de Paolo, sus ojos clavados todo el tiempo en mi, tenia una mordasa que no le permitia hablar, me dio vueltas el estómago entonces volví a susurrarle a Flavio.

– Porfavor, no lo mates– su mano apretó la mía tan fuerte que podria haberme quebrado los dedos.

– Ustedes saben que no perdonó una vida, pero haré una excepción con esta rata–. Volvi mi mirada a Flavio, él me la de volvió, se acercó a mí oreja y habló.

– Esto te costará muñequita, tu tendrás que pagarme–. Trague grueso saliva. Flavio volvió su rostro duro, sombrío y feroz a sus hombres.

– Como acto de buena bondad de la Camorra, voy a regresarlo a su patética ciudad, no sin antes ordenarle que entregue un mensaje.

Flavio se agachó, Paolo estaba de rodillas. Se miraron a los ojos, Paolo estaba irreconocible, pero podía ver el odio qie irradiaba por Flavio, y este parecía estar disfrutándolo.

– Dile a Carlo Mancinni que su hija se casará conmigo. Que es su decisión quedarse en territorio enemigo, en mi mundo, mis reglas, mis decisiones –. El corazón se me paralizó. ¿Esto me costará que le perdonará la vida a Paolo? Quería gritar, golpear a Flavio, huir, largarme de aquí. Mi vida se estaba yendo al precipicio.

Flavio volvió a mirarme, luego se levantó, Poalo no dejó de mirarme ningún segundo, probablemente buscando la verdad. Flavio extendió su mano y después de unos segundos la tomé.

– Dile de tus propias palabras que es verdad lo que acabo de decir, que aceptaste a ser mi esposa–. Respire profundo, si esto le daría la libertad a mi prometido... ex prometido, mentiría de la mejor manera.

– Si. Dile a padre que elegí la Camorra, elegí a Flavio, no quiero regresar a Chicago, seré feliz aquí, no me busquen– las palabras quemaban, mi corazón se destrozaba cada vez más. Todos los hombres observaban atentos, no movían un musculo, habían algunas miradas desaprovatorias lo sabía.

Sangre x Amor (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora