11.2 Sindrome de Estocolmo

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Parte II (explicito)

Carlotta.

En realidad debo estar muy mal. Mi cabeza ya no funciona con razonamiento ¿Qué me pasa? Jamás he sido violenta. Siempre he sido lo que todos esperan "una princesa de la mafia" a titulo cerrado, pero para el mundo solo soy una niña mimada de Chicago. La princesa del exitoso empresario Carlo Mancinni, quien una vez tuvo una cena con el presidente en la casa blanca, con quien estrecho su mano.

Ahora estoy aquí esperando semi desnuda a mi captor, al hombre más odiado por la mafia de Chicago, por padre, al hombre que me secuestro y me obligará a casarme con él.

Acabo de tomar una ducha, reaplicar maquillaje, ponerme un poco de perfume ¿Para que? Para entregar mi virginidad a Flavio.

Siempre creí que Paolo seria el primero, pero Flavio me robo todo. ¿Sigo enamorada de Poalo? No lo sé. Cuando pienso en él, su rostro golpeado y sus ojos llenos de odio vienen a mi. Lo quiero, fue mi prometido desde los quince años, y mi vida estaba destinada a estar con él. Pero ahora... no podría imaginar a nadie más, es Flavio a quien deseo, tanto que no creí que fuese posible, no estoy enamorada de él, es una atracción muy fuerte, es el maldito síndrome de Estocolmo, si eso es.

Llevo más de dos horas esperando a Flavio, estoy tan nerviosa que mis manos no dejan de temblar. Al pasar las tres horas, me rindo. Me voy a acostar, entonces la puerta se abre. Ahogue un grito. Flavio y yo nos miramos, trago grueso saliva. Se ha cambiado ropa, pero su mirada hambrienta me estremece. Sus ojos oscuros se pasan por todo mi cuerpo, llevo un camison transparente, apenas llega a mi trasero, la lencería es roja transparente. Sus ojos se detienen en mis piernas.

Nos quedamos en silencio, siento que voy a desmayarme de lo nerviosa que estoy.

-¿Fla-avio?

El me mira, sonríe y cierra la puerta. Cuando llega a mi, su mano está en mi cuello y me contramina hacia la pared. Su mano en mi cuello no ejerce presión. ¡Dios! Tan violento.

Me encanta.

- Dime una razón, solo una por la que no deba follarte esta noche, muñequita- su voz es cruda, sus ojos brillan con deseo, su cuerpo está tenso y el olor de su perfume me golpea. No puedo hablar, solo lo miro fijamente. Devoro con la mirada sus ojos oscuros, sus labios, esa barba maravillosa, Flavio es perfecto.

- Vamos muñequita, dame tan solo una razón ...

No entiendo. Me dijo que le pagaría esta noche, creí que quería tener relaciones sexuales conmigo ¿esta dudando? Trago grueso saliva.

- Qu-iiero hacerlo‐ respondo nerviosa. Mi corazón se me va a salir por la boca. Flavio aprieta más su mano en mi cuello, luego su otra mano se posa en mi pierna derecha, sus dedos recorren toda la longitud de mis muslos hasta mi cintura, un cosquilleo comienza a surgir en mi piel, mi abdomen se contrae y mi núcleo desea más.

Mis pezones se ponen duros, y su aliento mezclado con el mío me provocan ganas de besarlo como una loca.

Oh. Dios. Oh Dios. Oh Dios.

-¿Qué tanto me deseas?- su voz ha caído diez decibelios más. Es oscura, ruda y amenazante. Incapaz de contestar, su mano se introduce en mi camison. Sus dedos recorren mi viente, hasta llegar a mis pechos, cierro los ojos cuando llega a mi seno derecho y lo aprieta. Jadeo.

Sangre x Amor (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora