6. Irreal como la música de su corazón.

102 19 3
                                    

.

.

.

— Está bien, hasta luego.

Hyunjin aprieta entre sus dedos los puños de ambas manos, no es como si esperase que algo romántico ocurriese pero tampoco, es como si fuera capaz de comprenderse así mismo después de casi hacer el ridiculo con Minho.

Da la media vuelta para retornar a sus deberes, pero en eso la mano de el recoge manzanas jala su manto blanco de un cachito pequeño a manera de impedimento para evitar su ida.

— Lamento ser tan cortante, ¿gustas una manzana? — ladea su cabeza con los ojos más abiertos y animados que hace unos instantes, en una mueca sugerente.

— Lo noté — evade el fruto sin dirigirle un vistazo, relajando sus hombros y tomando asiento en pasto un poco seco en sus pies — y no me gusta que seas así conmigo Minho — dice esto y su compañero demoniaco lo ve con tanta diversión posible en sus orbes redondas enfocándose en su rostro de manera concentrada — ¿Qué quieres que pinte para tí la próxima vez que nos veamos?

— A ver esclavo, ¿qué harás por mi …?

— ¡Minho! — reprocha

Pero no puede enojarse, no cuando dos foquitos negros, de todas las vistas posibles, en las que el azabache puede ver, justamente deciden detenerse a mirarlo a él y no al árbol, no al pasto amarillento, al frente o arriba, lo ven a él y solamente a él.

— Hyunjin, brillas mucho, tu aureola me hipnotiza, ¿Me la prestas para jugar?

— Claro … ¿y ya lo decidiste? — el azabache no responde porque se distrae con el aro en sus dedos que le fue ofrecido con consentimiento del ser de luz — ¿Te parecen bien las estrellas?

El aro en sus dedos en movimiento cae al suelo desprovisto en medio del juego.

— ¿Estrellas?, ¿es un tipo de manzana?

— Nunca las has visto ¿verdad? — niegan con la cabeza un par de veces.

— En mi libro no hay figuras de esas — es imposible no ver con cierta pena por desconocer del tema que le ha caido de sorpresa al pálido.

— ¿Qué dice tu libro?

Su compañero piensa un tanto, tocando con su dedo su propio mentón, trayendo a colación lo que recuerda haber leído en miserables lineas escritas que se esforzó mucho en entender, pues en su mayoría eran más ilustraciones floreadas e infernales.

— Dicen que en el cielo hay mariposas,  que en el infierno hay cucarachas … algunos demonios dicen que si matas a una mariposa eres el villano, y si matas a una cucaracha eres un héroe … lo entendí Hyunjin … tu eres la mariposa y yo soy la cucaracha.

Y quizás esperó alguna mueca triste del demonio, pero esto fue dicho con suma tranquilidad en sus palabras como si estuviese completamente convencido de ello.

— No es del todo así — contradice — ¿sabías que hay humanos que adoran a las cucarachas y a los insectos? — Minho no lo ve muy convencido de eso, y esta vez aleja su mirada a ningún lugar en particular — todos somos importantes.

— Bravo, me devolviste las ganas de morir, woohoo

— Estás cansado, es todo, ven y descansa en mi hombro

Reaccionó tarde porque cuando lo hizo, Hyunjin habia tomado un costado de su mejilla apegando su rostro carente de color al espacio existente entre su cuello y su hombro recostando una de su mejillas ese acogedor lugar.

UN ÁNGEL Y UN DEMONIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora