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~Quiero respirar, odio esta noche~

Minji estaba parloteando como loca otra vez.

Marsh frunció el ceño, algo irritada, y guardó sus manos en los bolsillos de su abrigo para darse un poco de calor a medida que caminaban por las calles de Seúl. La nieve caía con lentitud del cielo, quedando entretejida en su cabello color castaño.

Soltó un estornudo, mascullando una maldición, y Minji pasó un brazo por sus hombros, riendo.

—Anda, Danielle, ya terminamos el examen, ahora no tenemos nada más por muchas semanas —dijo Minji con diversión, las grandes ojeras en su rostro dando a entender que estaba tan cansada como ella.

—Por ahora —gruñó desanimada—. Estas vacaciones de navidad no duran nada, se van en un abrir y cerrar de ojos —agregó, haciendo una mueca.

—Oh, lo que significa que pronto será mi cumpleaños —le dijo su mejor amiga mientras seguían caminando—. ¿Haremos una fiesta o no?

—Sabes que no me gustan mucho las fiestas —masculló con una sonrisa débil—. Sólo te daré un abrazo y tal vez un regalo, quién sabe —hizo otra vez un mohín antes de estornudar—. Aunque podríamos salir esa noche...

—Si quieres follar con un beta, Danielle, sólo tienes que decirlo —bromeó Minji con picardía.

La menor soltó un chasquido, irritada al ver como la nieve seguía cayendo, y codeó a Minji en el costado, llamando su atención.

—Vamos a tomar un café —murmuró—, necesito relajarme un poco.

La de cabello azabache rodó los ojos, negando con la cabeza, y buscó con su vista algún lugar que pareciera decente para ir a beber algo con su amiga, teniendo en cuenta lo nerviosa que era con los sitios limpios y decentes para comer.

Caminaron unos metros más, hasta que se decidieron por un pequeño café acogedor con varios estudiantes entrando y saliendo, así que al ingresar echaron un vistazo, resolviendo quedarse allí al notar el aire acondicionado que calentaba el local. Se sentaron al lado de una mesita que quedaba en la ventana principal, quitándose los abrigos en silencio y dejando salir suaves suspiros de alivio cuando pudieron dar rienda suelta al relajo.

—¿Dayeon sigue queriendo salir contigo, Danielle? —preguntó Minji de repente, mirando la pequeña carta que estaba instalada en las mesas.

—Ya le dije que no cientos de veces —murmuró la chica, evidentemente abatida—. Por favor, tengo veintiún años, no estoy interesada todavía en marcar y comprometerme con una omega. De seguro querrá tener hijos, y no estoy lista para un montón de niños que lo único que harán es estresarme en este momento.

—Qué mala eres, Dani —dramatizó Kim—, si Dayeon es tan guapa —hizo un gesto de diversión—. Sería divertido si pudiera tirármela.

—Puedes hacerlo —sonrió, retadora—, quince mil wons a que no puedes follártela.

—Oh, ¿me estás desafiando? —Minji enarcó una ceja—. Veinte mil wons a que no puedes tirar con Jia.

Danielle resopló, una sonrisa pícara en su rostro.

—Un chasquido de dedos y la tengo comiendo de la palma de mi mano —Minji comenzó a reírse mientras Danielle negaba con la cabeza, sabiendo que su amiga tenía razón con ello: no tenían muchas complicaciones al momento de buscar algún agujero donde descargarse.

—Eres... Bueno, somos unas descaradas, Dani —se burló Minji, presionando sus mejillas con sus manos—, mira que anda...

—Buenas tardes, mi nombre es Haerin —interrumpió una voz suave—, seré su mesera el día de hoy. ¿Ya tienen claro lo que van a pedir?

monocromía; mindaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora