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~Dame tu mano ahora y sálvame, sálvame...~

Corrió, pero Dongyul fue mucho más rápido.

A pesar del alcohol en su cuerpo, el mayor estaba lo suficientemente lúcido como para hablar con su voz alfa, y eso fue lo que hizo.

—¡Detente!

Haerin luchó contra la voz alfa, con toda su omega gritando en pavor. No se detuvo, sin embargo, su cuerpo pareció ralentizarse, entrando en una lucha interna sobre si debía obedecer o no la orden. Eso fue suficiente para Dongyul.

La agarró de la sudadera cuando Haerin estaba en el pasillo de entrada, derribándola estrepitosamente. La cabeza de la joven golpeó el suelo con un estridente sonido, arrancándole un gemido de dolor. Mareada, desorientada y adolorida, de pronto sintió las manos del alfa en su cuerpo, girándola a la fuerza. Antes de darse cuenta, el rostro enfurecido del ojiazul estaba sobre el suyo, e iba a hablar, a tratar de explicarse, pero no alcanzó a emitir sonido alguno, porque Dongyul la golpeó en la mejilla con su puño.

El sufrimiento volvió a estallar en su cuerpo y apenas podía respirar bien, sintiendo el pánico en todo su interior.

—Gran puta de mierda —gruñó Dongyul, y Haerin recibió otro puñetazo en su otra mejilla. Soltó un sollozo, con la sangre en su boca—. ¿Creías que no iba a darme cuenta, pedazo de basura? Una zorra como tú se huele de lejos, apestada y llena de semen.

Haerin volvió a llorar, con el pesado cuerpo de Dongyul sobre el suyo, apenas siendo capaz de moverse. Ahora recibió un nuevo puñetazo en su ojo, que palpitó ante el golpe, y tartamudeó una débil explicación.

—Les entregaste el culo a esas alfas, ¿cierto, perra? —espetó, y sus manos fueron hacia el cuello de Haerin—. Claro que sí, tienes un culo ansioso de polla, de seguro dejas que te follen entre las dos, una en tu sucio coño y otra en tu boca de zorra.

Dongyul apretó su tráquea, cortándole la respiración, y Haerin jadeó en desesperación, con el aire cortándose. Podía sentir la humedad en sus ojos producto de las lágrimas, el sabor metálico en su boca, y trató de agarrar las muñecas de Dongyul para que la soltara, pero no logró mucho.

Cuando su vista estaba con puntos negros, sintiendo que iba a morir, el aire volvió a entrar en su garganta. Tosió y escupió sangre, con el cuerpo temblando y el rostro adolorido, y pensó que Dongyul se compadeció de ella, le iba a dejar ir, le dejaría...

Enfocó su borrosa vista en el alfa, y contempló con horror cómo se desabrochaba los pantalones.

—Te daré una lección, puta asquerosa —gruñó—, voy a follarte y llenarte de semen, eso es lo que tanto quieres, ¿no? Te anudaré y te dejaré preñada, igual que a la zorra de tu madre.

—No, no, no, no... —sollozó, tratando de patalear para soltarse. Ni siquiera le hizo daño, por el contrario, la omega recibió un nuevo golpe en su mejilla, aturdiéndola.

Gimió de dolor y llanto cuando sintió las manos del hombre en sus pantalones, desabrochándoselos con facilidad. Unos pocos movimientos bastaron para bajárselos, y Haerin quiso cubrirse, enloquecida por soltarse, para que le dejara libre, para que...

Su vista volvió a Dongyul y las náuseas invadieron su garganta cuando vio el pene del alfa. Grotesco, húmedo y endurecido, listo para follársela.

—Si tanto querías una follada, pudiste pedírmelo a mí, zorra de mierda —se rió Dongyul—. ¿Sabes qué? Una vez acabe contigo, llamaré a unos amigos para follarte entre todos. Eso te va a encantar, imagínate, ahí si quedarás preñada y ni siquiera sabrás quien es el puto padre, perra usada.

monocromía; mindaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora