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~Por despertarme de ser sofocada,

Por despertarme de mi sueño, que era en todo en lo que vivía...

Ellas declararon estar enamoradas de Haerin. Se lo dijeron no una vez, sino que varias veces, pero Haerin lo seguía sintiendo como si hubiera sido un sueño. Escuchar esas palabras, que jamás pensó que vendrían de ellas, volcó su mundo por completo, y no podía dejar de oírlo en su cabeza.

Por lo mismo, parpadeó al darse cuenta de que estaba en la puerta de su casa. Trató de hacer memoria y entender cómo llegó allí. Quizás tomó el bus y luego caminó, o pidió un taxi, o un Uber, o qué mierda, pero estaba en su casa y sólo pensaba en Danielle y Minji.

En los brillantes ojos de Danielle, que cuando sonreía, se transformaban en medias lunas y gritaba que no podía ver, así que no la hicieran reír. En la sonrisa de Minji, gamosa y adorable, y esa voz que era todo lo contrario: grave, que le provocaba escalofríos. En las manos de ambas, que le sostuvieron con tanta firmeza, que ella era capaz de soltar esa carga de sus hombros y relajarse con las alfas. En sus aromas, amando la manera en que la rodeaban y hacían sentir protegida.

Ellas querían ser sus alfas. Lo habían dicho con expresiones serias, sin lugar a duda. Se lo habían ofrecido, ¿no es así? "Te queremos tanto que deseamos ser tus dos alfas". Haerin no podía creerlo todavía.

Metió la llave en la puerta y entró en silencio, todavía con un poco de shock en su mente. Ni siquiera tomó en cuenta a Mily, que apareció con entusiasmo y se lanzó sobre su pecho. Haerin sólo le acarició las orejas, distraída, y escuchó el saludo de Nora desde la cocina. Se lo devolvió y fue hacia las escaleras, pero cuando llegó a mitad de ellas, observó a Hanni mirándole desde el rellano.

―¿Dónde estabas? ―preguntó enseguida―. No contestaste mis mensajes, Hae.

Haerin miró a Hanni sin expresión en su rostro. Sabía lo que iba a pasar apenas le contara qué había hecho, y si era sincera, no tenía fuerzas para lidiar con su hermana. Quería encerrarse en su cuarto y seguir procesando todo lo ocurrido.

―Estaba ocupada, Nini unnie ―dijo con suavidad―, haciendo una tarea con Eunchae.

Hanni la miró con el ceño fruncido, como si quisiera descubrir la mentira en su rostro y voz. Haerin trató de no desviar la vista y, sobre todo, no verse culpable, pero supo que falló cuando vio la expresión grave en el rostro ajeno.

―Las has visto, ¿cierto? ―preguntó, sin rastro de humor en su cara y los ojos evidentemente enojados―. Sabes que puedo sentir parte de tus emociones y han estado muy alteradas las últimas horas.

Haerin no quería hablarlo con ella. Por lo mismo, ignoró sus palabras y siguió subiendo las escaleras, con toda la intención de pasar directo a su cuarto. Sin embargo, le sorprendió que Hanni le agarrara del brazo con algo de fuerza.

―Estoy hablando contigo, Haerin ―le dijo la alfa.

―Yo no quiero hablar contigo ―replicó, sin poder evitarlo.

Eso pareció enojar más a Hanni, y Haerin sabía que ella tampoco estaba siendo demasiado racional. Entendía que su hermana mayor estuviera preocupada y quisiera protegerla, pero también le agotaba que fuera tan sobreprotectora respecto a ese tema. Haerin sentía, en muchas ocasiones, que tenía que resolverlo sola, sin ayuda de otros, porque al fin y al cabo, eran sus sentimientos. Y Nora también se lo dijo: nuestros omegas saben lo que quieren, y sería más doloroso para nosotros luchar contra eso. Haerin sabía muy bien lo que su omega deseaba.

―Haerin, ¿piensas volver con esas chicas? ―preguntó, incrédula.

―No es tu incumbencia, Hanni unnie.

monocromía; mindaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora