【Capítulo II】

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El recorrido fue más silencioso de lo que había creído. Los primeros en salir eran los subordinados de quien al parecer mi nuevo dueño era su Rey. Observé como las chicas eran arrastradas junto allos. Una lloraban, otra pedía perdón, otra forcejeaba y otro suplicaba clemencia. Aunque no se porque pensaba en eso. Mi situación era igual o peor a la de ella, el hombre a quien tengo sentado a un costado es el misterio más peligroso que halla existido y eso me aterra, me aterra no poder lidiar con esta situación, me aterra volver a decaer. Pasaron minutos, él no decía nada, estaba en la misma posición, mis rodillas comenzaban a doler. Hasta que el silencio creado por su presencia se rompió.

──Caminarás en esa posición hasta que yo te ordene lo contrario.── dijo seriamente.

Sin darme tiempo a reaccionar se paró de su asiento y empezó a caminar. Me costaba seguirle el ritmo con mi gateo. En cada paso me hacía daño en las rodillas hasta el punto que la sangre saliera de la herida. El dolor era realmente insoportable. Entramos a la enorme mansión, al caminar el piso se manchaba de mi sangre. Habían unos pocos hombres de los que venían al alrededor observando la escena sin mostrar ninguna señal de importancia hacia mí.

Sin detenerse me dirige a lo que parece ser la entrada de su habitación. Al entrar ambos cierra la puerta detrás de mí. Me detengo a pensar lo mucho que me duelen las rodillas, inconscientemente intento pararme.

──¿Qué crees que haces?── habla con normalidad y frialdad.

Del miedo que me causa vuelvo rápidamente a mi posición inicial causando que la herida me duele aún más. Emito un quejido por dicho dolor causado. Escucho como se acerca a mí, se queda unos segundos sin hacer nada. Para mi sorpresa, el me levanta en sus brazos y me lleva a la cama de su habitación. Es bonita estaba tan cegada que no me percaté de ello. Me deja sobre la comodidad de sus sábanas para perderse por una puerta que aparente es el baño. Regresa con un botiquín de primeros auxilios, se acerca y comienza a curar las heridas. Tarda un rato en el proceso, termina al cabo de unos minutos, coloca el botiquín en una mesita de noche. Se coloca encima de mi con sus piernas a ambos costados de mi cintura, acerca su cara poco a poco a mi rostro, e intenta hacer contacto visual conmigo. De forma instantánea y sin saber controlar esa necesidad de mirar sus penetrantes ojos correspondo esa acción. Pasa el tiempo, seguimos en ese juego de miradas, el levanta su muñeca derecha, con sus dedos limpia las lágrimas que claramente no tengo.

──Pobrecita── dice con fingida comparecencia.

Se retira de su posición encima de mi cuerpo. Retira su camisa dejando expuesto su abdomen marcado. No le di mucha importancia y voltee la cabeza. Poco a poco mis párpados se cierran hasta quedar profundamente dormida.

Me levanto exaltada, otra vez la misma pesadilla, que días tras día se repiten sin falta. Me quedo por unos segundos sentada sobre la cama. Cuando me recupero del susto causado por la pesadilla me percato de la ausencia de mi señor. Decido aprovechar dicha situación para explorar un poco este enorme lugar. Salgo con mucho cuidado de la habitación, cerrando la puerta lo más silencioso posible para no llamar la atención de los demás integrantes, entonces un sonido bastante perturbador resuena entre las paredes de el pasillo. La situación terrorífica hace que mi cabeza deduzca de donde viene dichos gritos que a mí parecer de una fémina. Con cuidado me dirijo a la habitación de donde provienen los sonidos y abro la puerta con mucho cuidado entro por el pequeño espacio dejando ver esa escena tan desagradable que presencia mis ojos. Mi señor esta sosteniendo relaciones sexuales con el cuerpo de una mujer donde a al mismo tiempo presiona su cuello.

──No es suficiente── dijo en un susurro que apenas pude oir.

La situación hizo que él presionara más el agarre del cuello hasta que la mujer muriera por tener las vías respiratorias estranguladas. Presa del miedo y de lo que me puede pasar por metida intento escapar lo que fue en vano ya que él se dió cuenta de mi presencia. Se acercó a mi a grandes pasos, bruscamente de agarró de mi cabello para alzar mi cabeza.

Ningen No YamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora