Capitulo 01

80 4 1
                                    

—¡Oh, vamos, muérete!
Xiao Zhan sonrió mientras negaba con la cabeza. Sol, su única amiga, le regaló un corte de mangas antes de subir al coche de su nuevo y extraño novio. Xiao Zhan alzó la mirada al cielo, estaba oscuro, algo habitual en las tardes de invierno de Berlín. El chico se subió el cuello de la chaqueta, hacía un frío húmedo, un frío que calaba hasta los huesos. Y el, como siempre, se había olvidado el teléfono en la taquilla.

Intentó calentarse las manos con el aliento, pero era completamente imposible.
Debía de estar enfermando, los cambios de tiempo bruscos no le sentaban bien.

Como siempre que pasaba por allí, Xiao Zhan tuvo un debate interno sobre lo tétrica que era la entrada del instituto. Vieja y poco iluminada, te invitaba a irte corriendo, pero Xiao Zhan no era un chico miedoso. Entró en el instituto con paso ligero. Miró el largo pasillo, estaba completamente vacío y oscuro. Una única lámpara en el centro de este se mecía sola, bajando y subiendo de forma intermitente la intensidad de la luz.
Caminó tranquilo, absorbiendo la soledad. Era algo triste admitirlo, pero se sentía bien aislado de la gente. Nunca se había sentido aceptado. Siempre lo perseguían miradas cargadas de envidias y maldad.

El sonido amortiguado de sus pasos la acompañó por el largo pasillo. Su taquilla era la cuatrocientos ochenta y tres y estaba situada en el lado izquierdo con los números impares.
Deslizó su dedo sobre la numeración de la taquilla. Estaba vieja y un poco mal cuidada. Tenía pegatinas de los antiguos alumnos y alguna que el había colocado para tapar groserías que estaban inscritas en la taquilla. Pero en el fondo le gustaba, tenía ese estilo retro que estaba tan de moda.

Hizo girar la rueda para colocar su contraseña. Al principio del curso a Xiao Zhan le había hecho gracia tener una taquilla de esas características, la había hecho sentir importante, parecía una caja fuerte. Lo hizo rodar hasta colocarse sobre el número tres, por su número favorito, ocho por su mes y dos por sus hermanos. Ellos eran lo que más amaba en el mundo. La taquilla ni se inmutó. Xiao Zhan frunció el ceño y golpeó con el puño la puerta, que después de dos golpes más se abrió.
Volando.

—Trasto viejo —gruñó el chico mientras sacaba su mochila del interior. Se la colocó en un hombro y cerró la taquilla.
—Hola, principe.
Xiao Zhan cerró los ojos intentando mitigar el susto que lo había golpeado con aquel
inesperado saludo. Tuvo que alzar la cabeza para mirar de dónde provenía esa profunda voz. Un hombre, que debía de rondar los dos metros de altura, sonrió de forma traviesa. Moreno, tanto de piel como de cabello, era extremadamente guapo.

Algo sacudió el cuerpo del chico cuando se encontró con la profundidad de aquellos ojos dorados. Todo su cuerpo se puso tenso y el frío que había estado sintiendo desapareció.
Una corriente cálida se instaló en su estómago. Con un suave bombeo que lo calmaba por momentos. Una contradicción de sentimientos. Calma y miedo.
Estaba en shock. Debía de estarlo, porque su cuerpo se había quedado paralizado. Sus ojos eran lo único que parecía estar activo, y se movían inquietos mirando al hombre de arriba abajo mientras aumentaba el ritmo de su corazón.

Era grande, el hombre más grande que había visto nunca. La camiseta se le ceñía al cuerpo marcando cada uno de sus músculos. Sus brazos quedaban expuestos, grandes y fuertes. Vestía unos tejanos modernos de esos bajos de cadera acompañados de unas zapatillas deportivas de marca. El chico sonrió y la calma que había sentido se esfumó.
Cerró los ojos intentando mitigar el efecto que le producía la presencia de aquel cuerpo masculino. Cuando consiguió obtener el control de su cuerpo, decidió ignorarlo. Era lo mejor que podía hacer, no quería prestarle atención. No quería entrar en ninguna conversación con aquel desconocido. Podía oler el peligro en él.

Era el típico hombre que jugaba con jovencitas por puro aburrimiento.
Continuó su camino, esquivándolo e intentando acelerar el paso. Apretó las manos en dos puños. No era estúpido, aquel hombre desprendía peligro por cada poro de su piel y el no quería quedarse a comprobarlo. Algo oscuro escondía detrás de aquella sonrisa fría y calculadora.
Odiaba a la gente así. Gente superficial, gente que se creía más por tener los músculos hinchados de pincharse y por ser tan increíblemente guapos. Hombres que se aprovechaban de los jovenes inocentes como el.
Xiao Zhan era un chico normal de dieciocho años. No se consideraba popular ni atractivo.

👑El último principe de Leal 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora