Capitulo 07 (Enemigo o amigo)

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Bueno, tampoco había decidido si era un vampiro
o simplemente un cuerpo poseído por unos enfermos mentales con poderes. Dios, quizás simplemente lo habían drogado y el estaba alucinando.
Tenía que dormir y se pasaría el efecto de las drogas, y después se cabrearía con el mundo y miraría por la ventana para ver si el viento se movía.
Le entró una risa tonta al pensar en lo que estaba diciendo. ¿El dominaba el viento?

Entró en su habitación abriendo la puerta con demasiada fuerza, esta golpeó la pared. Cerró los ojos esperando la recriminación de su padre.
—¡Ten más cuidado con lo que haces! —gritó desde abajo el hombre.
La verdad era que si no era su padre, lo estaba haciendo muy bien. Sería un buen actor o quizás el era adoptado y ellos no sabían que era un vampiro. O quizás su madre había engañado a su padre con el rey vampiro. ¡No le habían contado nada!

—Lo siento —contestó más por costumbre que por pensarlo.
Cerró la puerta y se dejó caer en la cama. La habitación olía de forma distinta, como a lluvia. Buscó por la habitación, su madre tenía la manía de colocar ambientadores extraños.
Se acomodó la almohada bajo la cabeza y miró el techo. Su mundo se derrumbaba. Y el no tenía otra actitud que tomar que la de tumbarse en la cama.

Perfecto para ser un futuro rey, ¿no?
Tomó su peluche y se lo llevó a la cara. Aquel pequeño perro la había acompañado durante toda su vida. Lo miró, le faltaba un ojo. Según su madre, el mismo se lo había arrancado de un mordisco cuando era pequeño. El recuerdo lo
hizo sonreír, pero su sonrisa no duró mucho. Se fijó en la pequeña plaquita que llevaba el collar del peluche. Era un huesito donde ponía el nombre del perro. Lo había leído miles de veces pero aquella vez todo concordó.

Lincoln.
Lanzó el peluche lejos y este se estampó contra la pared.
Nada tenía sentido. ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Quiénes eran sus padres? Los nervios empezaron a tomar su cuerpo y una fuerte luz entró en la habitación seguida de un trueno. Perfecto. Seguían acechándolo los efectos paranormales.

Se levantó de la cama de un salto y cerró el pestillo de la habitación.
Seguramente eso no contendría a unos vampiros, pero sí a su supuesto padre, o eso creía el.
—Menos mal que no me transformé en peluche, me habrías tirado —habló una dulce voz a sus espaldas. Se giró lentamente y se encontró con el chico del callejón—. ¿Bu?
—¿Tú qué haces aquí? —preguntó sintiéndose un verdadero estúpido. Tendría que correr y no preguntar pero, como siempre, las reacciones humanas, y no tan humanas, eran incontrolables.

—A ver… —dijo el chico mientras paseaba uno de sus dedos por el desordenado escritorio. No pudo evitar fijarse en la delicadeza de estos y en lo largas que tenía las uñas—. Puedo decir lo típico de… pasaba por aquí… pero creo que no sería creíble.

—El moreno levantó la mirada, sus ojos negros y maquillados lo taladraron mientras una media sonrisa curvada le tomaba la cara—. ¿Te gusta más la opción: me moría de ganas de verte? —Su sonrisa se amplió cuando Xiao Zhan retrocedió un paso—. Pero tampoco está bien dicho puesto que ya estoy muerto.
Zhe Han terminó la frase bajando el tono de voz, el moreno se movió de forma rápida. Xiao Zhan se asustó, se echó hacia atrás y chocó contra la cómoda haciendo que se cayera una de las figuritas. Esta se rompió en mil pedazos al chocar contra el suelo. Su padre gritó algo desde abajo, pero el no le prestó atención. Su mirada estaba clavada en aquella uña que se paseaba por la madera haciendo un ruido estridente.
No entendía nada. ¿Acaso no había nadie normal en su vida? ¿Todos estarían muertos?
Drogas, estaba drogado.
Se tumbó en la cama y se tapó con la sábana hasta arriba. Si dormía, se pasaría el efecto.
—¿Es un ofrecimiento, principe? ¿Quieres que te folle? —preguntó de forma descarada aquel hombre perfecto.

Debían de ser drogas. Xiao Zhan había leído que la mayoría tenían un efecto sexual. Y el estaba teniendo alucinaciones con hombres demasiado guapos y todos querían sexo. Estaba completamente drogado.
Cerró los ojos con fuerza y se colocó la almohada sobre la cabeza.
—¿Eres virgen? —preguntó el vampiro maquillado de su imaginación mientras sentía cómo la cama cedía bajo el peso del hombre. Al día siguiente debía replantearse por qué le gustaban los hombres maquillados y los vampiros. No vería
más televisión en años.

👑El último principe de Leal 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora