👑El último principe de Leal 👑

Capitulo 04

—Aquí.
Wang Yibo entró en la sala con la mandíbula apretada. Sentía las miradas de
despecho de sus compañeros, como si el mundo estuviese a punto de joderse por su culpa. Clavó la mirada en el pequeño cuerpo de Xiao Zhan, el chico parecía estar reaccionando, solo esperaba que estuviera bien. Su raza dependía de el.
Podía sentir el torrente de sangre recorriendo a toda velocidad cada una de las venas que cubrían el cuerpo del chico. Su corazón estaba bombeando más rápidamente de lo normal. Se acercó a la cama con intención de calmarlo cuando el chico se incorporó con un movimiento seco.
Los grandes ojos de color whisky se abrieron de par en par y se clavaron en él.

El moreno entrecerró los ojos y frunció el ceño de manera adorable.
—¡Tú! —gritó mientras lo señalaba. Wang Yibo no pudo evitar sonreír.
—Yo —contestó enterrándose en la mirada del chico. El parecía
desconcertado. Agachó la cabeza buscando su cuerpo, como si estuviera comprobando que todo estuviera bien.

—Estás de una pieza…
—Wang Yibo no pudo evitar sonreír de forma descarada, se
humedeció los labios con la lengua—. Por ahora.
Alguien se aclaró la garganta en la habitación. Wang Yibo relajó su postura, se estaba comportando como un puto mins. Zhuo Cheng se colocó a su lado posando una de sus enormes manos en su hombro. Era su forma de decir: compórtate o te corto los huevos.

Zheng Xing se movía nervioso en el otro extremo de la habitación, pegado a la pared.
Se desordenaba el pelo. No levantaba la mirada pero Wang Yibo habría apostado su mano derecha a que los ojos le relucían como neones. El tío necesitaba salir a tomar el aire, los de su especie necesitaban el sexo como el aire para respirar sabía que Zheng Xing llevaba días sin catar el mayor de los placeres.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Zhuo Cheng con tono cortés.
Xiao Zhan entrecerró los ojos y se abrazó las rodillas—. No tienes nada que temer, no te haremos daño.
—¡Y una mierda, me habéis secuestrado! —gritó Xiao Zhan antes de enterrar la cara en sus piernas, cubriéndose la cara con el pelo.
Estaba nervioso, en aquella habitación había mucho hombre y todos parecían
estar obsesionados con el gimnasio. Estaba casi seguro de que ahí había más de quinientos kilos de masa concentrada. Rodeándolo.
—Solo intentamos protegerte —volvió a hablar Zhuo Cheng y su tono calmado le pareció una porquería. Ahora buenos modales cuando lo habían secuestrado.

—¿Y quién me protege de vosotros?
Xiao Zhan alzó la cabeza para preguntarlo y se odió por hacerlo. Wang Yibo estaba a escasos centímetros de el y su fragancia le provocaba un ligero mareo. Su boca se hizo agua en aquel instante. Y el sabor metálico volvió a tomar todas sus papilas gustativas. Intensificando la sensación de mareo.
—Nosotros te protegeremos.
Wang Yibo había hablado y, sin saber por qué, el sintió una extraña felicidad con el pensamiento de que ese hombre lo protegiera. Sacudió la cabeza, aquello tenía pinta de síndrome de Estocolmo.

—Me quiero ir.
—Yo también —lloriqueó Zheng Xing desde la otra punta de la habitación. Se abrazaba mientras mecía su cuerpo hacia delante y hacia atrás—. ¿Por qué no nos vamos los dos juntos por ahí?
El rubio habló con tono ronco y su cara cambió por completo. El gesto de dolor se esfumó y una sonrisa brillante alumbró su cara. Dejó de mecerse para estar erguido, imponente con sus dos metros de altura y sus pantalones de cuero.
Sus facciones eran puras. Parecía tallado por un artista, sus ojos verdes
desprendían ese brillo tan embriagador.

—Quizás podríamos ir a la habitación de aquí al lado, allí podría explicarte todo de forma calmada.
El hombre caminó de forma elegante dirigiéndose hacia el, lo miró a los ojos y lo hizo sentir deseado de una forma increíble. Una sonrisa de suficiencia apareció en su cara cuando las piernas de el se abrieron ligeramente, fue un pequeño gesto involuntario pero Zheng Xing lo notó a la perfección. Sabía la reacción que provocaba en los humanos y aquel chico no iba a ser ninguna excepción.