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Volver a escuchar esa voz le hizo formar una dulce sonrisa, que fue lo primero que vio TK al abrir los ojos, acababan de confesar sus sentimientos y sus corazones latían cada vez más rápido tal y cómo si hubieran corrido una maratón, una pequeña lágrima resbaló por la mejilla del moreno, con mucho esfuerzo, el ojiverde logró quitar esa lágrima con su pulgar.

—¿V-volverás a casa, cielo?—Preguntó intentando recuperar la estabilidad de su voz.

—Si, quiero irme ya de aquí...

—No sé si eso sea posible, quizás tengan que seguir supervisandote o cualquier cosa, no pienso arriesgar tu vida sacándote de aquí—Su mano pasó por el cabello del castaño con una mirada profunda y comprensiva.

TK suspiró cansado.

—¿Porfi?—Puso ojos de cachorrito mojado y Carlos miró a otro lado, sabía perfectamente que con esa mirada consiguiría cualquier cosa por parte del moreno—Mirame Carlos, ¿O acaso ya no me quieres?—Hizo un puchero, obligando a Carlos a devolver la vista a su chico.

—Ni se te ocurra ponerme esa carita, TK, ya dije que no.

—Hoy estás muy guapo.

—Y tú estás muy fusilado.

—Idiota—TK volteó su rostro, ocultándose en un lado de la almohada, renegandose a mirar a esos ojos marrones, por mucho que Carlos intentara voltearlo, este se negaba una y otra vez.

—Perdón, cielo, no era mi intención recordarte que tienes dos agujeros de bala en tu precioso cuerpo, simplemente me estaba defendiendo de tus manipulaciones—El castaño volteó enseguida al escuchar lo último.

Indignado por las palabras de su... ¿Novio?, Ni siquiera sabía si podía llamarle de esa forma.

—¿MANIPULACIONES?, ¡Lárgate de aquí!, Vete, vete, no quiero hablar con gente que no me quiere y que cree que le manipulo, sólo me pongo triste porque me digas que no... Pero si me dices que sí te perdono—Bromeó mientras Carlos emitía esa risita vacilona que enamoraba cada vez más al ojiverde.

—Cariño... No estoy seguro si te darán el alta, estuviste muy mal estos días-TK volvió a poner ojitos mientras fingía quitarse las lágrimas—No hagas eso, TK...

—No hago nada, pero me rompe el corazón que me digas eso, ¿Eso es lo que buscas?, ¿Romper mi corazón?, Nunca creí que fueras capaz de abandonarme en una habitación de hospital, sólo... Cómo un perrito abandonado.

Carlos ladeó una sonrisita para clavar su vista en las facciones de su chico, tan definidas y preciosas y mucho más cuando estaba "enfadado".

—Veré que puedo hacer—Besó su frente antes de levantarse para hablar con el médico responsable, miró la sonrisita de TK antes de salir, mientras susurraba varios "Te quiero".

Carlos caminó por el largo pasillo, Agh, cuanto odiaba los hospitales, definitivamente no eran para él, estaba sumido en sus pensamientos hasta que chocó con un cuerpo más alto que él, haciéndole volver a la realidad.

Murmuró un "lo siento", pero al levantar la mirada y ver quién era la persona con la que había chocado, quiso que la tierra le tragara y lo escupiera en otro continente.

—¡Carlos!

—¡Nate!—Respondió de mala gana, ahí estaba, su ex novio, Nate, que por lo que Carlos podía ver, se había convertido en un médico, el chico alto de cabellos castaños con toques de rubio y un cuerpo atlético y de ensueño, estaba frente a él, con una estúpida sonrisa que tan sólo hacía que Carlos quisiera golpearle con un bate.

¡Alerta Carlos! •Tarlos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora