CAPÍTULO 7

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Esta es la canción referenciada y recomendada para el capítulo

A PARTIR DE CUANDO ENTRAN AL CHATEAU:

Morir de la pena - Denom feat Babi

Disfrutad de la Lectura y gracias por comentar.


Las botellas se habían vaciado a un ritmo impaciente, lo que significaba que iba siendo hora de coger el coche, con un pronóstico fatal y rumbo al Chateau. Bill tenía las mejillas coloradas y estaba más sobón de lo habitual, recurriendo al contacto físico con Verina y su gemelo cada vez que podía colar un apretón en mitad de conversaciones estridentes y risas explosivas. Tom parecía haber aflojado el control sobre su temple y postura impasible, se le veía más suelto y, con respecto a Bill, ni siquiera los cubatas y la embriaguez consecuente resultaban ser un motivo de peso para ignorar la realidad. Tom era inteligente, calaba muy bien a las personas y había encontrado diversión en las miradas afiladas e invasivas del menor de los dos, por mucho que este girase la cara, avergonzado, cada vez que le cazaba observando en su dirección. Le gustaba aquella dinámica, el deseo tácito que compartían, un secreto a gritos que Verina no podía escuchar, aunque el corazón latiese con furia debajo de la madera, a modo de reacciones tímidas y silencios incómodos, de miradas delatoras mantenidas en el tiempo. Ni siquiera ellos podían confirmarse mutuamente lo que, seguramente, pensaban, pero ahí estaba la tensión, flotando entorno a sus cuerpos, como una verdad innegable.

Tom era consciente de ello y no le importaba lo más mínimo que Bill llegase a negarlo de forma verbal en algún momento de la noche. No le hacían falta poderes telepáticos para leer su cuerpo. La forma en la que se había estremecido bajo su corpulencia como un cachorro despavorido en la habitación que habían compartido de niños, con las rodillas juntas y las pupilas, en cambio, luchando por devorar el iris con su infinitud. Podía jurar sin verlo que, bajo la ropa, el vello también se le había erizado.

Si para todo eran el mismo ser, si los años distanciados no habían hecho mella en su vínculo único, entonces, Tom estaría en lo correcto y los dos se encontrarían limitando el mismo anhelo, como dos tontos asumiendo ser los títeres de dogmas sociales con los que, en el fondo, ni siquiera estaban de acuerdo.

- ¿Sigues escuchando hip hop? -pregunta Bill, bajando la música de la radio para poder conversar sin elevar el tono. Al mismo tiempo, abre un espejillo del coche. Corrige la sombra negra que se ha ido extendiendo sobre sus ojeras, con ayuda del meñique, y repara en su amiga, echándole una mirada a través del espejo.

- Sí, hace unos años también rapeaba.

Tom conducía y, mientras hablaba, tan solo ofrecía miradas de reojo fugaces. Dentro de lo que suponía la enorme irresponsabilidad de conducir bajo los efectos del alcohol, se estaba tomando en serio el llegar enteros al pub.

- ¡Jódeme! ¿en serio? -Verina se asoma entre ambos asientos delanteros, entusiasmada.

- En parque y tal, con una antigua pandilla. Hacíamos grafitis y toda la pesca.

- ¡Qué guapo!

- ¿Le hiciste grafittis a alguna de tus novias? -pregunta Bill, con la curiosidad dándole en la nariz. Tiene entendido que es común, en los grafitteros, dibujar el nombre de sus amantes.

- Na, ponía cosas como "muerte a los maderos", "putos perros azules".

- ¡Mucha policía, poca diversión! - comienza a cantar el de mechitas blancas, exaltado, girando el rostro para asomarse a la brisa que entra por la ventanilla. En el trayecto y con la sobriedad en un rincón, se siente más cómodo afrontando la interacción con su gemelo, más confiado para dejarse ser.

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