Copas.

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Copa uno:

¿Cómo terminé así?

Esa pregunta atormentaba la mente de Juan Pablo. Y es que no lo sabía, no sabía en qué momento su vida había girado de tal manera que se encontraba sentado, bebiendo en un bar de dudosa reputación, solo y con una pena en el alma


Copa tres:

Y, ¿en qué momento su matrimonio se tornó en algo casi acabado?

El principio fue increíble, salía con Ava a todas partes. Comían juntos en diferentes restaurantes, salían a hacer ejercicio en la mañana y también había ejercicio en las noches. Eran la pareja perfecta. ¿Cuándo se había terminado la magia?


Copa cinco:

¿Era su culpa que todo acabara?

Claro, él tenía una amante, y era probable que fuese su culpa. Él le había sido infiel. Pero ¿Por qué había decidido serle infiel?


Copa ocho:

Porque Andrea, tenía unas curvas impresionantes.

Desde que fue contratada en el despacho, se había insinuado descaradamente en cada momento juntos, no le importó ni siquiera, saber que Juan Pablo era un hombre casado. 

Oh, no. No le había importado. Ella había meneado ese sensual cuerpo delante de sus ojos, todo el día. Mostrándole su escote o agachándose sin excusa, para que él se fijara en la forma como subía su falda, mostrando piernas tersas y largas.


Copa diez:

Y él había caído, sobre todo cuando ella lo besó en aquella reunión de junta que tuvieron que hacer de emergencia.

Era el contrato más importante de la compañía y les estaba costando hacer que firmaran, los días pasaron a ser extensos y agotadores, y esta reunión decidiría todo, y cuando ellos fueron encargados de traer la comida del primer piso, jamás se imaginó que ella lo atacaría en el ascensor. Porque lo había atacado. Ella lo empujó contra una de las paredes y luego tomando su corbata con firmeza, jalo sus labios y lo besó. Y Juan Pablo había sentido fuego. La sangre en sus venas se había calentado y estuvieron a punto de hacerlo allí.


Copa once:

Y llevaba tanto tiempo sin tener intimidad con su esposa, siempre llegaba demasiado cansado para querer hacer más que dormir.

Y que una mujer hubiera logrado hacerlo hervir de esa forma, había sido un delicioso shock. Tocarla fue algo nuevo. Algo excitante, porque alguien hubiese podido verlos. Y todo, simplemente se sumó en su contra. Además su vida sexual con Ava era aburrida, ella nunca estaba dispuesta y siempre tenía que ser en la cama y en la misma posición.


Copa trece:

Claro que, si era honesto consigo mismo y con la verdad, su esposa siempre estaba dispuesta.

Cuando llegaba del trabajo, intentaba seducirlo, inclusive se había colado en su ducha una mañana. Y él siempre la había rechazado. 

Ava no era aburrida, ella fue la que propuso el juego de roles y las esposas, ¡se había colado en su ducha! 

Lo de que él hubiese tenido una amante, cosa que aparentemente, su cuerpo ahora rechazaba totalmente, y al parecer su mente también, no había sido causa, ni culpa de su esposa. Todo fue por su propia culpa.


Copa dieciséis:

Y, que su matrimonio estuviese en la cuerda floja ahora, que su esposa ni lo mirara o intentara seducirlo, que saliera cada noche y llegara en la madrugada, y que, probablemente, ella tuviese un amante, era también su culpa.

Porque la descuidó. La abandonó. Y le dio su tiempo, energía, y cuerpo, a otra. 

Había roto todas las promesas que le hizo en el altar, y si ella lo dejaba, se iba con otro, Juan Pablo sabía, que se lo merecía.


Copa diecisiete:

Pero ella no podía dejarlo.

Él la amaba. La había amado desde el primer instante en que la había visto. 

Ellos tenían planes. Querían tener una familia. Hijos, mascotas, vacaciones familiares. Eso no podía quedar atrás. No, no podía.


Copa diecinueve:

Pero, ¿Cómo recuperar a tu esposa, a la que fuiste infiel y amas con todo tu corazón, que al parecer, tiene ella también un amante? 

Flores. No, eso es muy vacío. 

Joyas. No, Ava no es tan superficial. 

Ropa. No, tampoco, con su nuevo armario, tiene suficiente. 

¡La verdad! Eso era. Para recuperarla, le iba a contar la verdad. Todo. Desde el principio. Sin omitir detalles.


Copa veinte:

Pero, ¿si ella, en vez de perdonarlo, lo dejaba?

¿Cómo viviría, sin ella a su lado?


Copa veintiuno:

Tenía que decírselo, la verdad purificaría su alma y salvaría su relación.


Copa veintidós:

¿Y si era la excusa, que ella estaba esperando para dejarlo?

¿Si su amante, era mejor que él?


Copa treinta y cinco:

Se arriesgaría, le diría absolutamente toda la verdad, y dejaría en sus manos el perdón.

Solo rezaba para que su lengua no se trabara al hablar, como parecían estar enredados sus pensamientos.

Infiel || Juan Pablo IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora