—¿Por qué estás haciendo esto, Miranda? ¿Por qué... —una bofetada, de parte de la que creía, era la mejor amiga de su esposa, lo hizo callar. Recordaba salir de la estación de policía, con la dirección de Miranda, una vez allí, se había dado cuenta de que Daniela vivía unas puertas más atrás. Había pensado la enorme coincidencia que aquello era y había tocado el timbre de la casa, de la que su esposa consideraba su mejor amiga. Ella había abierto casi inmediatamente y cuando Juan la comenzó a atacar con preguntas sobre Ava, pudo observar lo pálida que se ponía, y luego, en un instante algo lo había golpeado, bastante fuerte en la cabeza.
Había ido a la casa de Miranda, para que esta le dijera dónde estaba su esposa y sí que había resultado, claro que, ambos estaban atados ahora y no tenía ni idea de cómo hacer para ayudarla y ayudarse, a salir de ello. Miranda se le acercó de nuevo y le dio otra bofetada, esta vez con el dorso de la mano. Escuchó el jadeo de su esposa y la risita de su amiga. Sacudió un poco la cabeza y levantó la mirada.
Que Miranda lo golpeara todo lo que quisiera, él tenía que encontrar la forma de sacar a Ava de allí. Sí que ella lo golpeara la distraía, bienvenidos fueran los golpes. Miranda levantó la mano esta vez hecha un puño y justo cuando iba a impactar en su cara, su esposa gritó.
—¡No lo golpees! ¿Por qué estás haciendo esto, Miranda, por qué? —las lágrimas le recorrían las mejillas, Juan quiso poder hacer algo para evitarle ese dolor, pero no sabía qué.
—¿Por qué estoy haciendo esto? Porque todo es su culpa... —su amiga señaló a su esposo, con el dedo. No entendía a qué se refería. ¿De qué culpaba Miranda a Juan Pablo? —Si no fuera por él, tú serías feliz, yo sería feliz.... —se acercó de nuevo a Juan y le dio un golpe, esta vez en el estómago. Ava jadeo, mientras él gemía por un poco de aire. —Él se interpuso en mi camino... —levantó la mano y lo abofeteó otra vez.
—¿De qué estás hablando? ¿Cuándo... —su rostro estaba rojo por las bofetadas y un hilillo de sangre le recorría la barbilla. —Yo no te he hecho nada. —Juan Pablo miró de nuevo a su esposa. Si lograra quitarse las cuerdas, podría someter a Miranda y entonces liberar a Ava.
—Sí. ¡Te metiste en nuestra relación! —los dos esposos, sacudieron sus cabezas con confusión, al mismo tiempo. De que se supone que hablaba. Miranda se giró hacia Ava. —Tú y yo éramos inseparables, ¿recuerdas? Desde el primer día de inducción, fuimos las dos, para todo. A todas partes en todo momento en todas las clases. Y luego llego este... —señaló a Juan con su dedo índice, y con una mueca de odio en su cara. —Con sus sonrisitas estúpidas, y sus regalitos baratos. Él me quito mi tiempo contigo. Dejamos de ser tú y yo, para que fueran, tú y él... —Ava miró a su amiga, confundida. Si, era cierto que cuando se había hecho novia de Juan, habían comenzado a pasar mucho tiempo juntos, reduciendo así el tiempo que pasaba con Miranda, pero ¿solo por eso lo odiaba tanto? ¿Por qué, ya no pasan todo el tiempo juntas?
—¿Estás haciendo todo esto, porque te quite tiempo con tu mejor amiga? Estás demente. —una bofetada, que le volteó la cara y casi le fractura el cuello, lo hizo callar.
Moviendo su mandíbula, de lado a lado para subsanar un poco el dolor, giró la cabeza para encontrarse con el rostro rojo y la expresión distorsionada de Miranda.
—Tú... Pequeña sabandija, miserable y poca cosa, no tienes ningún derecho a decirme que yo estoy loca. ¿Sabes, porque? Porque no soy yo él que se casó completamente enamorado para serle infiel a su esposa, un tiempo después. —Juan abrió los ojos desmesuradamente y giró la cabeza para mirar a su esposa. —¿Qué tienes que decir a eso, eh?
—Yo... Te lo iba a decir. Lo juro. Eso terminó hace... —la calma en la voz de Ava, interrumpió su discurso.
—Lo sé. Miranda no hizo esto sola. Daniela la ayudó. —la cabeza de él, comenzó a girar. ¿Daniela?
—Fue ella, la que me trajo aquí. Y también me contó todo lo que había pasado. Desde el principio, hasta el final. Y el que tú me ibas a decir todo. —él esperaba ver rabia, resentimiento, odio, en la expresión de su esposa, pero no había nada de ello. Se veía... En paz. —Yo ya lo sabía, Juan Pablo. Hace un par de meses me enteré. —él abrió la boca, pero ningún sonido salió de esta. —Eso no importa, lo hablaremos luego. Y lo más importante. Yo ya te perdoné. —Juan no podía creer su suerte. Sabía que aún tenían que hablar y todo, pero lo que él quería escuchar, antes que cualquier otra cosa, después del te amo, era que ella lo perdonaba. Respiró con algo de alivio, pero un ruido parecido a un rugido, lo hizo desviar la atención.
—¡No puedes perdonarlo, no puedes! —Miranda se lanzó sobre Juan, haciendo que la silla cayera para atrás, mientras ella caída sentada sobre su abdomen. Con las manos cerradas en puños, comenzó a golpear su rostro. Una puerta se abrió, y Daniela entró corriendo cuando vio a Miranda atacar a Juan Pablo, como pudo la quitó de encima de este, pero antes de que pudiera acercarse a él, para examinar sus golpes, tuvo que sostenerla, para que ella no le cayera a golpes de nuevo.
Miranda comenzó a forcejear contra la rubia, gritando y gruñendo, como un animal rabioso. Ava observó la escena y luego dirigió la mirada a la silla en el piso, a la cual estaba amarrado su marido, no podía verle la cara, pero imaginó los morados y la sangre por los golpes que había recibido. Temblando de rabia y de impotencia, le gritó a Miranda lo único que su mente pudo articular.
—¡¿Por qué haces esto?! —la respuesta fue un grito igual de agudo.
—¡Porque te amo!
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Infiel || Juan Pablo Isaza
FanfictionAmbos corren peligro pero ninguno lo sabe. Total créditos a escritora original.