Ava abrió los ojos y miró a su alrededor.
Era de día y por la forma en como el sol brillaba detrás de la cortina, debía ser algo cerca del mediodía. Cerró los ojos y suspiró. Se sentía extrañamente, satisfecha y feliz. Movió un poco su cuerpo y al intentar mover las piernas, abrió los ojos rápidamente. Giró la cabeza y vio a su marido, durmiendo al lado suyo. Su cara estaba muy cerca y su respiración la golpeaba en la cara.
Se fijó que tenía uno de sus brazos sobre sus pechos y la abrazaba. Miró un poco por encima de la cabeza de Juan Pablo y abrió los ojos como platos, era la 1:30 de la tarde. Y algo aún más sorprendente que lo anterior era que: Juan Pablo seguía dentro de ella.
Apenas respiraba. No sabía qué hacer, con su marido dentro, si se movía podría despertarlo y después de lo que había sucedido la noche anterior, necesitaba tiempo para pensar, a solas.
Cerró los ojos, cuando las imágenes de la noche anterior la inundaron. Juan borracho, diciéndole que era hermosa y que la amaba. La forma en como la había hecho estallar de placer, antes de hacerlo él mismo. Como le había repetido que la amaba, mientras estaban juntos.
Abrió los ojos y giró la cabeza para verlo dormido. Era tan atractivo, inteligente y amable. Tenía ese cuerpo atlético y atractivo, que ahora estaba parcialmente encima suyo. Tenía tantas cualidades y era tan imposible para ella no amarlo.
Cerró los ojos. Tenía que pensar que iba a hacer. Juan la había amado de nuevo, no solo con palabras si no, también con su cuerpo. Cada uno de los sentidos de su ser le decían que era real, que él realmente la amaba. Pero él le había sido infiel. Ella lloró y sufrió por su culpa, ¿Cómo perdonarlo después de eso?
Abrió los ojos y se encontró con su marido, mirándola fijamente. Ava contuvo la respiración.
Juan había estado muy borracho cuando llegó. Era probable que no recordase nada de lo sucedido. Sintió morirse con aquella posibilidad, si él le decía que lo sentía o se alejaba, ella se echaría a llorar inmediatamente. No tuvo siquiera, que pensar en reunir coraje para enfrentarlo. Su esposo le sonrió dulcemente, mientras su mano acaricio su mejilla. Luego acercó sus labios y la besó. Eran como sus besos de antes, suaves, delicados, impregnados, con esa única muestra de amor. Casi quiso llorar por ello.
Lo había recuperado, de nuevo era suyo. ¿Pero por cuánto, antes de que una nueva apareciera? Aquella pregunta la hizo pensar en alejarse, pero con Juan encima suyo, sus brazos a cada lado de su cuerpo, acorralándola y su cuerpo, muy dentro del de ella, era prácticamente imposible. Juan Pablo se alejo de sus labios y frotó su nariz contra la suya, con ternura.
—Te ves, tan increíblemente hermosa en las mañanas. —esa debería ser la mentira más grande del mundo. Siempre se levantaba con el pelo desordenado, y a diferencia de los comerciales y telenovelas, donde se veían frescos y hermosos recién levantados, ella tenía lagañas en los ojos y la marca de la almohada en las mejillas. —Tú eres, increíblemente hermosa a todas horas. —las manos de Juan acariciaron su rostro y cuando sus dedos tocaron sus pechos, aguanto la respiración. Luego sintió la forma en como su cuerpo endureció dentro suyo, vio sus ojos oscuros y llenos de excitación. Y supo lo que seguía. Y aunque una parte le decía que se alejara, existía una más grande, que le decía que no lo hiciera. —Te amo, Ava. —y él comenzó a moverse, lentamente como la noche anterior, mientras sus labios besaban todo lo que pudieran tocar. Ella se agarró fuertemente a su espalda, porque lo amaba y no importaba que, lo haría siempre.
—¡¿Te acostaste con él?! —Ava miró a su alrededor, para ver si alguien había escuchado el grito de Miranda.
Después de hacerlo con Juan Pablo, de nuevo en la mañana, él había sido increíblemente tierno, dulce y encantador, luego de tomar una ducha juntos, según él: para ahorrar agua, habían preparado juntos el almuerzo y pasado parte de la tarde sentados juntos y viendo la tele.
Parecía que su marido no podía apartar sus manos, porque siempre estaba tocándola, la mano, el pelo, el muslo, incluso había masajeado sus pies. Y cuando toda aquella atención, la hizo sentir algo, extraña y confundida, le dijo que tenía que irse, disculpándose que había olvidado una reunión con Miranda, huyó. No antes, de que él la besara larga y lentamente, luego le había dicho que tuviera cuidado, mandado saludos a su amiga y que la esperaría para cenar, juntos.
Estaba tan confundida, que no sabía qué hacer. Y pensaba que tal vez Mir, pudiese ayudarla, después de todo, en cuanto a sexo y hombres, tenía infinita experiencia.
—¿Por qué no lo dices un poquito más alto? Creo que los de atrás, no te oyeron. —ciertamente que ella lo gritara, no ayudaba.
—¿Cómo quieres que no grite? Él te fue infiel, por meses. Te dejo sola. Te ignoró. Y tú te acuestas con él. ¿En serio? —Mir estaba tan enojada, pero ese era el último de sus problemas. —¿Cómo puedes estar tan segura que no va a buscarse a otra? Tal vez volvió a tener sexo contigo, solo porque se aburrió de la otra, y tú estuviste allí para calmarle la leve calentura por su borrachera, y ahora él va a buscarse otra y cuando se aburra de la otra, vendrá de nuevo contigo y así una y otra y otra y otra vez. ¿Eso es lo que quieres? ¿Ser el plato de segunda mesa, de calentura? —ella solo le había dicho a Miranda lo de la noche, no de cuando despertaron y el resto del día, entendía que tuviera tantas reservas con Juan. No lo sabía todo. Y tal vez su amiga tenía razón, aunque tal vez no la tenía. Y si era cierto que fue solo calentura, no quería ser la tonta, engañada, de segunda. Pero, si no era cierto y Juan la amaba, no quería perderlo, por pensar erróneamente.
¡Dios! Estaba tan confundida.
—Mira, Ava. Creo, que deberías continuar con lo que planeamos. Vengarte de Isaza. Él te fue infiel. Tú lo viste. No puedes perdonarlo. Más bien, ahora lo que deberías hacer, es utilizar el sexo de anoche, como parte de tu plan. Mantenerlo interesado, dispuesto, caliente y luego al final mandarlo al diablo, como planeamos. —eso ya no le sonaba tan atractivo como antes. —Seguir saliendo en las noches, hacerle creer que tienes realmente un amante, al final cuando te grabes con él, destruirás completamente a Juan Pablo Isaza y su orgullo de hombre. —eso sonaba tan... Horrible. Porque ¿cómo ella podría hacerle algo así, al hombre que amaba?
Pensó que Mir tenía razón, debía seguir con el plan, excepto la última parte, y que ya no sería para vengarse de Juan.
Recuperaría a su marido.
Lo haría pagar y sufrir un poco, luchar por recuperarla si aún la amaba, y demostrarle que jamás iba a volver a serle infiel.
Lucharía. Y esperaba no morir en el intento.
ESTÁS LEYENDO
Infiel || Juan Pablo Isaza
FanfictionAmbos corren peligro pero ninguno lo sabe. Total créditos a escritora original.