Capítulo 4: Por fin algo de compañía

355 45 24
                                    

Después de haber pasado la noche en la comisaria por recomendación del capitán y de haber tenido una larga charla con el presidente Steinmeier, llegaron al acuerdo de que todo seguiría normalmente y que a pesar de lo ocurrido no habrá soldados resguardando la casa de Alemania por razones de privacidad y de evasión a la prensa, solo una condición a seguir: tenía que usar una pulsera con botón de pánico para alertar a la policía en caso de otra emergencia, por lo que ahora el chileno pudo regresar más tranquilo a su "hogar temporal" teniendo en sus manos una copia del informe policiaco.

- Passen Sie auf sich auf, Herr Chile, und zögern Sie nicht, uns anzurufen, wenn Sie einen Verdacht haben- dijo el oficial antes de subirse a la patrulla (cuídese señor Chile, ante cualquier sospecha no dude en llamarnos)

- vielen Dank für Ihre Hilfe- espero a que los oficiales se fueran para caminar hacia la casa, una vez que los perdió de vista se dispuso abrir la puerta principal (descuide lo hare, muchas gracias por su ayuda)- veamos, según ellos el qlo solo se robó la comida y algo de ropa... uggh no puedo creer que alcanzo a darse a la fuga ese imbécil.

Entrando a paso lento debido al dolor en la planta de los pies, miro los alrededores desconfiado, ya no se sentía seguro como antes y conforme se adentraba al interior de la casa más miraba la pulsera en caso de que tuviese que apretar el botón por si resultara que no estaba completamente solo, inspecciono los pasillos por si faltaba algún objeto de valor; había cierto desorden pero especulo que fue debido a que los policías entraron apresurados. Parecía que el informe que le dieron era correcto, lo único que se robaron fue la comida enlatada y unas cuantas prendas de los armarios del primer piso.

<<Ich werde langsam ungeduldig Alemania, soll ich einbrechen?>>

-así que ese tipo ya conocía a Alemania... mmm aunque es obvio, de seguro que todos ya deben saber que esta es la famosa casa de la "potencia mundial"- dejo el informe policiaco encima de la mesa del comedor cansado- *sigh*... mejor no pensemos en eso por ahora.

No tenía ganas de ir a revisar el segundo piso, de tan solo pensar que tenía que subir escaleras teniendo los pies lastimados le fastidiaba, así que se fue mejor al jardín para tocar un poco la guitarra deseando que eso le ayudara a despejar la mente y olvidar lo ocurrido. Canto a gusto sentado en la terraza disfrutando de la paz de ese momento, aunque a su lado había una pala como plan de resguardo por si el tipo regresaba.

-mm... me vendría bien que estuviera el perro de Ale aquí conmigo, así podría alertarme si vuelve ese saco wea- miro el plato de comida fresca y los juguetes que coloco no tan lejos de la terraza para el can.

Luego de unas cuantas canciones un ruido viniendo de los arbustos lo hizo detenerse, algo se estaba acercando a él, rápidamente dejo la guitarra a un lado para agarrar con fuerza la pala estando listo para defenderse, se quedó esperando ahí a que la posible persona saliera de su escondite... pero se llevó una sorpresa amena, era el perro de Alemania.

-¡Hola pequeñín! Jejeje ¿así que dejaste de ser quisquilloso con la comida?- dejo la pala en el suelo para que el perro no se asustara, le hacía muy feliz poder conocer finalmente la mascota del alemán. 

Era un hermoso Saarlos de pelaje negro y aunque fuese grande debido a su sangre mestiza, se mostró manso ante el chileno quien para ganarse su confianza se volvió a sentar en el suelo a la espera de que el can se acercara voluntariamente a él; primero se comió toda la comida que le dejo en el plato y después jugo un rato con el hueso de goma antes de tomarse el tiempo de sentarse al lado de Chile. Le sorprendió lo bien cuidado que estaba el perro a pesar de ser callejero, su pelaje brillaba y no parecía tener alguna herida o enfermedad como para tener que llevarlo a un veterinario, se notaba que Alemania lo mimaba mucho.

Sr. WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora