Dieciséis

857 94 7
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Durante el verano, Willow todos los años regresaba a casa. Su madre y padre siempre estaban ocupados, su abuelo se la pasaba leyendo y su abuela regaba el jardín u horneaba. Mientras que ella se quedaba en su cuarto haciendo cualquier cosa que se le ocurriera, o en su defecto convivía con su abuela. 

Pero ese año sería diferente, porque los abuelos saldrían de viaje a Estados Unidos en un par de días. Eso significaba que se sentiría más sola de lo común.

—Estaré en comunicación —le dijo la abuela—. Sabes que si pasa algo yo estaré aquí lo más pronto posible...

—Ni siquiera lo menciones, Daisy —regañó el abuelo.

—Sí, tienes razón —respondió ella y acarició la mejilla de Willow son mucho cariño—. Pero no puedo evitarlo, siempre estoy un poco preocupada por ti.

No quiso decirle a su abuela lo mucho que le molestaba que le dijeran eso, así que sólo asintió y vió a los abuelos partir. 

Viéndole el lado positivo, eso significaba que había más probabilidades de que dejaran traerle visitas, ya que los abuelos no pedirían silencio todo el tiempo. Y con toda razón, su madre accedió recién pidió el permiso.

Mandó una carta a Jane, y supo que Adeline iría a verla el primer miércoles de la primera semana de vacaciones. Ya que después de eso viajaría a Alemania a visitar a su familia. 

Las cosas entre ambas habían vuelto a ser las mismas. Después de ese día. 

Willow prefería ni si quiera pensarlo, pero había algo en ella que se lo recordaba cada vez que no tenía la mente ocupada. Seguía preguntándose por qué Remus había sido tan cruel con ella, por qué no se lo pudo decir antes de que ella sintiera cariño por él. 

Nunca escuchó cosas malas de Remus, no relacionadas con chicas. Tal vez no era tan chismosa cómo lo pensaba.

Quiso guardarse esa pena y evitar contársela a sus padres, nunca discutían esas cosas. Su madre le había dicho que la notaba muy callada, y hasta ese momento se dió cuenta de que la duda y la traición la estaban consumiendo. Ella no quería quedarse ahí, estancada, pero sin querer lo hizo los siguientes días hasta la llegada de Adeline.

Considerando que habían sido amigas por mucho tiempo, sus padres la conocían. Siempre le habían dado su aprobación y recalcado que era muy buena chica. Sabían que llevaba de las mejores notas de toda la generación y cuidaba muy bien de Willow. 

—Nunca me acostumbraré a la idea de que eres rica —dijo Adeline apreciando todas las decoraciones lujosas de la casa.

Habían muebles de madera que se veía reluciente, ventanales grandes, retratos de la familia Frayking por generaciones y muchísimas cosas pequeñas que gritaban que la familia poseía gran cantidad de dinero.  

WILLOW; remus lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora