Soukoku en acción

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Inmediatamente todos los enmascarados empezaron a disparar a nuestra dirección, pero desafortunadamente para ellos la gravedad de Chuuya hizo que sus balas fueran a la dirección contraria, es decir, hacia ellos mismos. Yo simplemente observaba y daba apoyo moral. Puse mi mano tapando mi boca soltando un graaan bostezo, mientras tenía el libro sobre la Port Mafia bajo mi brazo escayolado. Pero no crean que por mi parte era todo tan tranquilo, porque cuando me fijé en uno de los cadáveres este tenía un mando tirado en el suelo a su lado, decidí agacharme y recogerlo por simple curiosidad, sin embargo, lo que vi no me gustó nada, era un mando con un gran botón rojo, con una pequeña pantallita que ponía una cuenta atrás, iba por veinte minutos y los números iban bajando. No podía creerlo, levanté mi cabeza, viendo directamente a la cámara que había en el techo, dejé caer aquel mando, ahora inservible, al suelo, y con esa misma mano agarré el walky talky que anteriormente le había quitado al cuerpo inerte de Shevon, aún mirando fijamente a la cámara con mis ojos bien abiertos de la sorpresa. En cuanto saqué el walky talky, la luz de este se puso en verde, y una voz distorsionada dijo lo siguiente: Te quedan diecinueve minutos y cuarenta y seis segundos. Dijo repitiendo la cifra casi exacta que hace unos segundos había visto en la pantalla de aquel mando.

Cuando escuché esto, inmediatamente miré a Chuuya, ya no habían enemigos en buen estado por la zona, todos los cadáveres en el suelo y las marcas brillando en rojo de Chuuya me hicieron saber que ya era suficiente, él era el verdadero rey de la gravedad. Chuuya empezó a toser sangre mientras aún cargaba una bola enorme que como lanzara destruiría lo poco que quedaba de lugar, fui rápidamente con él, soltando el walky talky para dejarlo caer al piso, cuando fui con Chuuya le detuve con mi poder: Indigno de ser humano. Agarré su muñeca para que este hiciera efecto, sin embargo, Chuuya había usado corrupción por mucho tiempo, toda la energía de su cuerpo se había agotado, aunque por suerte seguía consciente. Su poder Corrupción se detuvo, y este cayó casi desplomado en mis brazos, aún tosiendo sangre.

—Chuuya, escúchame no hay tiempo para explicaciones, pero debemos irnos—Le agarré con mayor firmeza con mi único brazo funcional, brindándole una mayor seguridad.

—¿Qué estás hablando Dazai?—Dijo Chuuya con voz ronca entre tosidos—¿Irnos? pero no hemos encontrado lo que queríamos.

—Ni lo vamos a encontrar.—Normalmente en una situación como esta saldríamos por la ventana, pero Chuuya estaba demasiado débil para esto, por eso mismo mientras le sujetaba miraba los cadáveres que habían por el piso, buscando algo en concreto, hasta que finalmente lo encontré, las llaves de la entrada. No dudé en agarrarlas, Chuuya se sujetó a mi y ambos comenzamos a correr en dirección a la entrada que se nos cerró al principio de esta travesía, por suerte me sabía bien el camino. Si mis cálculos eran correctos, quedaban unos diecisiete minutos con treinta y tres segundos, tiempo suficiente, o eso quería creer, ya que no contaba con las interrupciones que nos encontraríamos por el camino.

Estábamos bajando a toda prisa las escaleras, y en cuanto giramos a la esquina para seguir el camino, unos cuantos guardias enmascarados nos esperaban en esta. Chuuya, quien es la fuerza física potencial del equipo ahora estaba infuncional, por así decirlo, por mucha pereza que me diera sacar mis habilidades a brillar no me quedaba de otra, porque atrás nuestra también se habían posicionado otros cuatro guardias.

Suspiré—Mantente con vida, ¿quieres?—Dije para luego soltar a Chuuya, a quien se le dificultó un poco mantener el equilibrio. Sabía que no le atacarían a él, por dos simples motivos, el objetivo ahora era yo, quién tenía más información y quien parecía tener los planes en mente era yo, Chuuya ya estaba debilitado, ellos sabían que el peligro en él se había reducido.

—Tu siempre igual jodido desgraciado..—Murmuró en alto.

Primero decidí encargarme de los cuatro enmascarados que estaban en frente nuestra, porque sabía que luego los cuatro de atrás vendrían a pillarme por la espalda y así yo no tendría que caminar hacia ellos, porque sí, incluso en un momento como este hay muchas cosas que me dan pereza; mientras tanto, Chuuya se encargó de hacer sus armas inútiles para mi, ya que a pesar de no poder actuar en la pelea me servía con que me la facilitara, además de ponerse a salvo.

Un compañero insoportable (soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora