Limpiar, limpiar y limpiar era lo único que ocupaba su mente desde que llegaba al acuario cada mañana. Comenzaba quizás con la zona de los pingüinos, con sus hábitats meticulosamente mantenidos para replicar el frío ártico que necesitaban. Los cristales debían brillar impecables para que los visitantes pudieran disfrutar de las gráciles danzas de estas aves marinas. Luego, se trasladaba al área de los acuarios más grandes, donde los peces tropicales nadaban en un mundo de colores vibrantes entre las algas cuidadosamente cultivadas.
Finalmente, terminaba su jornada en el mostrador de atención al cliente o en el almacén, revisando minuciosamente el inventario de alimentos y suministros necesarios para mantener la vida submarina en óptimas condiciones. Entre el olor persistente a cloro, que limpiaba hasta el último rincón del acuario, y el sutil aroma a marisco que flotaba desde la zona de alimentación de los animales, el día se le escapaba casi sin darse cuenta.
—Mirei, ten más cuidado con eso— advirtió su compañero de trabajo, corriendo para ayudarla a cargar las pesadas bolsas de cloro en polvo.
—Tranquilo Choso, soy una chica fuerte— dejo caer aquellos costales sin problema
—Podrías lastimarte —insistió Choso, un chico con ojeras pronunciadas que siempre se preocupaba por el bienestar de todos en el acuario— No queremos que Tsumiki y Megumi regresen solos a casa contigo lesionada.
—Esta vez solo seremos Tsumiki y yo —dijo Mirei, intentando mantenerse imperturbable, pero su rostro revelaba algo más.
—¿Le pasó algo a Megumi? —preguntó Choso, alarmado, pero se calmó al ver la negación de Mirei.
—Ahora está al cuidado de su padre —respondió ella después de acomodar las bolsas— Y está en buenas manos.
—Oh, ya veo... —Choso decidió no indagar más, sabía que podía ser un tema delicado para su compañera de trabajo.
Choso y Mirei se conocían desde hace unos años; habían comenzado a trabajar en el acuario casi al mismo tiempo. Por necesidad, Choso había llegado a conocer bien a esos dos niños, ya que a veces Mirei los llevaba al trabajo y ellos se paseaban como visitantes habituales.
—Sé que quieres preguntar más —dijo Mirei con una sonrisa mientras pasaba un trapo sobre el mostrador— Adelante, está todo bien.
—De acuerdo —asintió Choso, un tanto tímido— ¿Quién es el padre de Megumi? Nunca habías hablado de él, solo de tu hermana.
——¿Prometes no sorprenderte mucho? —la mirada juguetona de Mirei se posó en él—. Gojo Satoru.
Choso se quedó momentáneamente sin palabras
—¡¿La estrella de la NBA?!— no puedo evitar casi gritarlo y la sorpresa fue mayor ante el asentimiento de la chica— ¿Cómo es que tu hermana lo logró? No me malinterpretes, pero... él es como un ángel
Mirei rio a carcajadas — No lo sé, supongo que mi hermana tenía algo especial. Era una chica explosiva, llena de actitud y autoestima — sonrió ante el recuerdo más bonito de su hermana — claro que después de conocer a ese bruto fue que todo eso termino
—¿Hablas de Satoru? — Choso cuestiono
—No, por supuesto que no, hablo de aquel idiota que la metió en el mundo de las drogas— exhaló — pero ya no vale la pena hablar de ese estúpido
—Mami —interrumpió Tsumiki de repente, corriendo hacia ella—. Tu teléfono está sonando.
—Gracias, cariño —respondió Mirei, tomando el móvil, pero se sorprendió al ver un número desconocido. Aun así, decidió contestar— ¿Hola?

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𝘿𝙖𝙙𝙙𝙮'𝙨 𝙃𝙤𝙢𝙚- 𝙎𝙖𝙩𝙤𝙧𝙪 𝙂𝙤𝙟𝙤
Fanfiction¿Ese niño es mío? ¿Tengo que cuidarlo yo? ¿Evitaré enamorarme de ti en el proceso? portada: @__goji