Es verano y las escuelas finalmente están de vacaciones, el sol más radiante que nunca y con sus rayos de luz tan tibios hace que los días se noten tan alegres, haciéndoles una invitación a los niños del barrio para que salgan a jugar con sus vecinos.
El pequeño Tomy de solo siete años de edad, piel blanca y cabello oscuro, sale de su casa ansioso por crear aventuras junto a sus amigos de barrio, Los cuales junto a él, se la pasaban corriendo por todo el vecindario gritando y riendo mientras que otros chicos jugaban con sus patines y bicicletas. Pues era un sábado por la tarde, dónde se acostumbraba ver las calles del vecindario ocupadas por jovencitos con mucha energía. Tomy, con un palo de madera en forma de pistola, estaba listo para atrapar ladrones con sus amigos, los cuales entran en una persecución por toda la cuadra mientras rien y gritan haciendo que adultos mayores cascarrabias salieran enojados a la terraza de sus casas. En eso Tomy se detiene por un momento y ve a lo lejos varios niños de su edad intentando hablar con una niña de piel pálida con cabello rojo y corto.
—Es linda ¿verdad?, Pero será mejor que ni te fijes en ella. Mira, ignora a todos sus pretendientes —Le dice un amigo a Tomy antes de continuar corriendo tras los demás.
Tomy se queda viendo como la chica rechazaba a cada niño que se le declaraba, mientras él solo pensaba en lo linda que era aquella niña. Hasta que por un momento, ella nota como un niño la observa a lo lejos. Tomy un poco asustado y apenado corre hacia sus amigos para continuar con el juego de policías y ladrones.
Tres días después, a las dos de la tarde y luego de haber almorzado, Tomy algo indeciso y con nervios se dirige hacia la casa de esa niña con piel blanca y cabello llamativo. Montado en las rejas de la terraza, él la observa a través de la ventana que conecta con su habitación, a lo que ella inmediatamente se da cuenta y se acerca hacia la ventana.
—¿Quien eres?, ¿Que quieres? —pregunta ella de manera espontánea.
—¡Hola!, Me llamo Tomy —responde con una gran sonrisa.
—¿Que quieres? —le vuelve a preguntar estando un poco confusa.
—Solo quiero jugar un rato.
—Ya les dije que no quiero ser novia de ninguno de ustedes, Ya déjenme en paz —le responde algo enojada mientras se retira.
—¡NO! ¡NO! ¡NO!, ¡ESPERA! —exclama Tomy algo alterado—. Realmente solo quiero jugar, no busco pedirte nada de eso.
—¿Y por qué vienes conmigo?, Ni siquiera te conozco, además, ¿por qué no le dices a tus amigos que jueguen contigo?
—Es que están ocupados haciendo sus deberes de escuela —responde de manera muy improvisada.
—¿Todos ellos? —pregunta con una mirada extrañada.
—Si... ¡Ah!, Es que estudian en la misma escuela —responde Tomy de manera ingeniosa.
—Bueno de hecho, yo también debo ir a estudiar, lo siento —le dice al chico mientras ella se aleja de la ventana.
—¡SOLO UN RATICO, POR FAVOR! —le ruega Tomy mientras junta sus dos palmas y agacha su cabeza.
Ella, al ver la insistencia del pequeño complementada por una tarde silenciosa y aburrida en la que sentarse en su escritorio lucía como algo tedioso, hacía parecer aquella propuesta muy tentadora.
—Está bien, pero solo jugaré contigo durante media hora —exclamó la jovencita.
—¡Está bien!, ¡De acuerdo! —contestó el niño muy feliz—. Por cierto, ¿cómo te llamas?
—Dania, ¿y tú?, ¿Cómo es que te llamabas?
—¡Tomy!, ¡Mi nombre es Tomy! —responde con una gran sonrisa.
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Te pienso, luego existo
RomanceDos adolescentes con un pasado amoroso se reencuentran nuevamente en una clase de filosofía de su universidad. Donde sus sentimientos e ideas filosóficas serán las protagonistas en ese salón de clases.