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Adam.

Ya estamos aquí.

Me trajo hasta el escondite de este hijo de puta.

Voy a acabar con él, por traicionarme.

Este cabrón ayudó a secuestrar a Isabella hace unos años, sabiendo lo que yo sentía por ella, sabiendo que me estaba revolcando en la mierda solo por verla.

Y aun así siguió con su plan de mierda para complacer al imbécil de Massimo.

—Bien, tú sube a buscarla, no te puedes demorar demasiado, yo iré eliminando cualquier amenaza, hasta dar con Simón.—Añado con el Arma en mano.

Él asiente.

Camino hacia las escaleras cuando un grito aterrador me detiene.

Es de una mujer.

De repente me encuentro teniendo un Déjà vu.

El grito de Isabella en aquella mansión.

Los disparos.

A Isabella en el suelo cubierta de sangre. Agonizando...

Sacudo la cabeza y salgo de mi estado de hielo. Corro rápidamente hacia donde está Max.

Este se encuentra parado en la puerta de una habitación que no muy lejos de la salida. En la puerta hay una pequeña ventana de vidrio que se puede ver a la perfección al interior.

Está de pie, en la puerta sus manos tiritan. Cuando me acerco entiendo la Razón.

Simón se encuentra en la habitación. También lo hace una chica.

La chica está desnuda, toda magullada en el suelo, sangrando, joder.

La tiene encadenada a un fierro.

Este monstruo no es mi hermano. Jamás lo fue.

Está golpeándola mientras ríe.

Le pronuncia traidora a cada golpe que le da.

Mi mente no puede evitar traicionarme e imaginar a Isabella.

Ella sufrió algo similar, o peor. Joder.

Y yo no pude hacer nada.

De los labios de Max sale un leve susurro.

—Mara...

Mis ojos se llenan de rabia y lágrimas. Jodidamente voy a matarlo.

Interrumpo de una vez en la habitación y capto la atención de Simón.

—Adam... no esperaba verte aquí.—disimula el temblor de su voz y me da una sonrisa.

Mira a mi lado y ve a Max.

—En cambio, a ti, si esperaba verte...—mueve la mano a su bolsillo y antes de que pueda sacar algo, levanto mi arma con silenciador y le disparo en el brazo.

Suelta una maldición y le disparo en el otro brazo.

Antes de lanzarme a él le digo a Max.

—Yo me encargo, no la dejes sola—apunto a la chica.

Vuelvo la vista a mi hermano, y preparo mis puños.

Maldito DueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora