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Arturo.

Apenas abro los ojos los recuerdos me golpean. Me froto los ojos, y salgo de la camilla de un salto.

Me encuentro en bata de hospital, dios.

Me dirijo hasta donde está mi ropa y una voz me asusta.

—Señor ya está despierto.—me doy vuelta y veo a un enano de aproximadamente 1.75.

Podría aplastarlo fácilmente.

—¿Quién eres y a quien mierda le hablas?—Lo miro con desdén.

No es que sea desconfiado pero...

Bueno, si lo soy.

No me fio de cualquiera. Y cualquier desconocido, que esté cerca de mí, con un maldito celular en la mano informando de mi estado, es sospechoso.

—Tranquilo, bestialidad, me mandó Adam, no me mates—Levanta las manos encima de su cabeza.

Gruño.

Ese idiota me puso niñera.

—Vete.—Ordeno y vuelvo hacia donde se encuentra mi ropa.

—No puedo, no hasta que llegue Adam.—Proclama y se sienta.—Órdenes son órdenes.

Se encoge de hombros.

—Como sea.—Vuelvo a lo mío.

Me coloco la ropa, y mi cerebro vibra con el recuerdo de las fotos...

Joder.

Saco mi teléfono rápidamente, casi se me resbala de las manos.

Me meto a galería, y veo las fotos que tomé.

Joder.

Lo que vi es real...

—Que mierda.—El idiota me arrebata el celular.

No.

No.

No. Joder.

—¿E-es...?—Pregunta con voz temblando.

Le arrebato el celular y lo guardo.

Mierda.

—Ni una puta palabra de esto a nadie. ¿Entiendes?— él no dice nada— ¿Entiendes sangano culiao?

Lo tengo presionado contra la pared, estoy a nada de pegarle un combo en pleno osico.

—P-pero Adam, él tiene que saberlo...—Dice aún con los ojos cristalinos.

—Específicamente él no se tiene que enterar, con las mierdas que se mete, si esto resulta ser real, lo va a joder todo.

—Tarde o temprano se enterará—expresa con la mirada perdida.

—Más vale que sea tarde que temprano, eres el único que sabe de esto después que yo, así que si él se entera, sabré quien fue el osicon, y acabaré contigo.—Amenazo y lo suelto.

—Entiendo.

La puerta se abre fuertemente y deja ver a un Adam totalmente alborotado.

Arrugo la nariz.

Joder.

Hasta acá siento el olor a alcohol.

—¿Qué mierda hacían?—Inquirió.

—Le decía a tu perrito guardián que me dejara ir.—Le lanzo una mirada de advertencia al tipo este.

—Si, pero yo le decía que usted me pidió estrictamente que no lo dejara salir a menos que esté usted presente.—Este me sigue la corriente.

—Bien hecho Tyler, gracias, te puede retirar.—Adam termina de hablar y el sujeto sale apenas se le indica.

—Tienes demasiado que explicarme.—Se sienta donde antes estaba Tyler.—Habla.

Mierda.

Es hora de inventar una excusa

Maldito DueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora