Allí estaba ella con su expresión de desacuerdo y su mirada llena de molestia, desacuerdo con lo que escuchaba y lista para dar su réplica a la conversación decidida a lograr su punto.
—No — su mirada pasó a ser más profunda, el color de sus ojos estaban más oscuros de lo normal, y la expresión de seriedad.
—¿No? — preguntó arqueando las cejas con asombro. —¿Dijiste que no? — preguntó de nuevo, claro que había escuchado bien, lo hizo la primera vez, pero le estaba dando oportunidad de corregir esa opción.
—Sí.
—¡Si! — celebró la coreana.
—No, escucha Jennie, dije que no. — de nuevo esa expresión de molestía en su rostro. —Es todo, vuelve a lo tuyo, gracias.
—Pero ¿porqué no?
—¿Por qué sí?
El hombre trajeado se pusó de pie y salió de la oficina dejándola sola, bueno, eso creyó él, porque ella salió detrás suyo.
—Porque es una noticia.
—No una que nos convenga.
—Nos dedicamos a difundir noticias. —Recalcó ella. —Mostrar la verdad.
—Jennie, esa noticia no saldrá en este diario. Esa verdad no es real.
La joven periodista viró los ojos con fastidio, pero no dejó de caminar detrás de él.
—Dios mío, Tom. Esa es una noticia importante.
Tom Swindler miró a la joven mujer que lo miraba con molestia, pero no le importó.
—¿Tienes pruebas?
—Una testigo.
—¿Y fotos?
—Una testigo, una denuncia a la policía, y una familia destruida.
—No es suficiente.
—¡Pero son pruebas! ¡Tenemos que contar la verdad!
Tom harto de escucharla, se detuvo, y con él se detuvieron todas las miradas de las demás personas, que ninguna era capaz de llevarle la contra al maduro hombre.
—¿Has visto algún otro diario difunda esa supuesta noticia?
—No, pero...
—No, ningún otro noticiero, diario, revista está hablando del tema. Nosotros tampoco lo haremos. — Jennie volvió a virar los ojos. Estaba molesta, era claro eso. —¿Algo más?
—Nada más, gracias por nada. — Dando una vuelta sobre sus talones, una donde su lacio cabello se movió con elegancia y clara arrogancia, Jennie se fue.
—¡A trabajar! — gritó el jefe de el consejo editorial.
Y así todo continuaron con lo suyo.
Las miradas que captaba la castaña continuaban siguiendo su camino, otros simplemente ignoraron el hecho y continuaron con lo suyo.
Sin ánimo, llegó a su escritorio y se dejó caer sobre el asiento. Observó un par de segundos la foto que tenía junto a un lindo portalápices sobre la linda madera del escritorio.
Era un lindo día para no enojarse, así que respiró profundo y decidió que su encuentro con Tom no sería suficiente para amargarle el día.
—Eso fue bastante valiente. — Comentó Rosé, la amiga de Jennie, que recién llegó. Tomó asiento justo enfrente de ella para conversar.
—O bastante estúpido.
—Vamos Jen; hiciste frente al señor Tom.
—¿Y de que sirvió? — la castaña se relajó en su asiento y se permitió descansar del encuentro con su jefe.
—Dejemos eso. ¿Qué vas a hacer?
—¿Hoy?
—Si.
—Voy a cenar con Kai. Siento que me va a proponer matrimonio — comentó emocionada.