Capítulo siete: ¡Hey, Claudia!

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-Y entonces Luis vino justo. - termina de contar la historia Aquino, a lo que da un suspiro y vuelve la atención a su plato.

-Sigo sin creer como Luis termino en una banda indie de universitarios peruanos pero que de alguna forma sus canciones son en inglés. - Duxo dice, recargando su rostro en la palma de su mano, posando su vista en el menor.

El restaurante tiene música a todo volumen y es justo la hora pico, por lo que el ruido les rodea y se podría decir que les sofoca. Pero algo que tiene que agradecer el mayor es que de esa manera sus suspiros durante toda la comida no son tan obvios.

-Solo unas eh, manejamos el spanglish. - señala Diego, picoteando su plato.

El menor sigue comiendo al terminar de contar su gran anécdota, mientras que el contrario le mira.

Los cuadros, pinturas y decoraciones del lugar nunca le van a maravillar tanto como lo hace Diego, quien al final terminó por irse a un restaurante mexicano en vez de aquella cafetería qué había dicho.

El chico siempre era así, al menos cuando tomaba sus rachas de batería social. Esos pequeños cambios de ánimo y decisiones cuando un día esta saliendo de maravilla.

Diego no sabe cuanto tiempo Duxo se la pasa viéndole y este último cree que si lo llegase a saber, lo tacharía de acosador.

Por que no solo sabe toda su información personal, sino toda su historia personal, qué es aún peor y  peligrosa para ambos.

Duxo se sabe de memoria sus hobbies, sus lugares favoritos, la historia de su familia, el por que quiso estudiar ciencias de la comunicación, el por que de su vestir, sus hábitos, sus habilidades, sus amigos y el por que son sus amigos, y en especial, aquellos detalles que parece que nadie más nota.

El como su cubre bocas dejo de estar presente a medida que se iban conociendo y ahora lo únicamente para lo que es.

El como su risa real es calmada y armoniosa, sin sonidos fuertes o gallos qué se cuelan. Su risa real: por que se nota en su timbre lo seguro que se siente y lo calmado qué está.

El como inclina su cuerpo hacia él para retarlo o cuando quiere algo específico.

Los ojos de perrito regañado qué le salen de maravilla cuando quiere conseguir algo, o al contrario, cuando Duxo le regaña.

Y sobre todo y lo que más le asusta a Duxo: el como lo busca.

Por que se buscan, mutuamente. Los dos esperan llegar al otro en un acto mágico, se buscan con las miradas cada vez que llegan al sitio en que planearon verse, se buscan con el cuerpo cuando se logran ver, se buscan con el alma cuando se abrazan.

Se buscan, por que se necesitan.

-Es como si tuviera una cuerda a mi pecho y me acercara a ti. - Duxo suelta, entre sonrisas. - ¿Es en serio que escribiste esto? - pregunta, casi incrédulo.

Diego asiente, en parte tímido en parte orgulloso.

-No lo voy a usar en ningún lado, realmente. Solo...se me vino a la mente.

-Nunca pensé que fueras tan cursi, creí que yo lo era.

-Lo sigues siendo, no te quites crédito. -Diego dice, riéndose. - Cualquier persona se sentiría orgullose de tenerte como pareja. - le sonríe.

-No Claudia. - murmura para si, pero Diego logra escucharle.

-Ella nunca te mereció. - dice, casi quejándose - No merece nada. Ni si quiera merece el poco de respeto que le tienes. - oficialmente se está quejando, formando su ya característico puchero. - No entiendo por que sigues queriendo ir a su boda. - le reclama.

-Justamente por respeto. - el semblante de Duxo se tensa y Diego solo baja la mirada - Ya ha gastado en la invitación, el banquete, todo. No quiero simplemente decirle que no. Antes de novios éramos mejores amigos.

Diego suspira.

-¿Y que pasa cuando llegues y la veas preciosa en su vestido blanco? - le pregunta, con un nudo en la garganta. - ¿Qué pasa cuando la veas caminar hacia el altar? ¿Qué cuando te imagines qué el que debería estarse casando con ella deberías ser tu?

Cada una de las preguntas se le clavan en el pecho como cuchillas, no a Duxo, pues el parece tener el tema en claro, pero si a él.

A Diego si, por que no puede imaginarse a su mejor amigo en frente suyo casándose, por que no puede evitar un nudo en la garganta cuando lo imagina en su gran traje y papel de novio perfecto. Un papel que talvez nunca vera en Duxo. Al menos cree que con el no.

-Han pasado años. - le contesta por fin, mirándole a los ojos. Carraspea, antes se seguir hablando. - Además, ya tengo a alguien más con quien me imagino que me voy a casar. Son mis alucinaciones de media noche- dice, sonriendo.

Diego alza una ceja, tratando de pasar comida por su garganta.

-¿Si ya tienes novia por que no le invitas a ella a la boda? - pregunta, inclinando hacia el y tratando de retarle.

-Primero, no tengo novia. Y segundo, mi familia ya te conoce. - le responde.

Diego bufa, dejando su plato y tomando el último sorbo de limonada.

-¿Voy pidiendo la cuenta? - pregunta Duxo

-Por favor. - le dice, acomodando las cosas en su mochila.

Esperando por su tarjeta, Duxo voltea y puede ver como Diego sigue jugando con sus dedos sobre la mesa, repartiendo miradas a las decoraciones del restaurante y suspirando, como impidiéndose de algo. Y Duxo sabe que hay muchas opciones de lo que se está impidiendo.

Y probablemente también sabe que esta vez en especifico se trate de sus sentimientos.

-Tenga un buen día. - le dice el cajero. 

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N/A: Creo que es bastante obvio quien es Claudia.

También se me olvido mencionar que esta no es la única historia que tendrá sitio en el mismo universo de estos dos tortolos. ¡Hagan sus apuestas!

All the love, Sofi.

¡Hey, Diego! // DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora