Holaa! Les aviso que ya está disponible el primer capítulo de la nueva versión, por si quieren ir a leerla, ¡Cuéntenme qué versión les gustó más!
(Bajo la mesa — Morat, Sebastián Yatra)
—¡Mierda, me quedé dormida!
Pude haber nacido siendo hija de Aiden Walker, Adam Carlsen, o incluso de Jack Ross.
Pero no, en la vida real no existen esos personajes.
Me conformaría siendo la hija de Salma Hayek o Henry Cavill, pero ni eso.
Cuando otras personas —con mucha mejor suerte que yo— están comprando toda la ropa de la estantería de la tienda, yo voy corriendo a pedirle dinero a mi mamá, quien, obviamente, no me da ni un peso.
Cuando otras personas tienen prisa por llegar a algún lugar, siempre que se topan con un semáforo rojo, éste cambia a verde; pero como hablamos de mí, que ni auto tengo —uso el autobús o algún taxi—, siempre me topo con semáforos rojos. Siempre.
En resumen, soy como un imán de mala suerte.
En este momento me gustaría tener un poquito de suerte; en serio que la necesito. No me gustaría compartir piso con un desconocido rarito o rarita todo el semestre hasta que pueda volver a cambiar. Solo si llegas temprano puedes elegir con quién compartir, si llegas tarde te asignan donde quede libre.
Por suerte ya tenía las maletas preparadas, así que solo falta ponerse a rezar que aún no se haya ido el autobús. Y cambiarme, claro, no iré en pijama.
En cuanto bajo las escaleras —tan rápido que casi me caigo tres veces—, me encuentro a mi hermana Noah desayunando con mi mamá y papá.
¡Están desayunando sin mí!
La decepción, la traición, amiga.
¡Y son crepas! ¡Yo amo las crepas!
—¡Buenos días! ¿Cómo dormiste, Sompy? —ese es el apodo que me dice mi papá.
—¡Muy bien! —es mentira, claro, pero es más fácil decir eso—Hazte a un lado, Noah, tengo hambre. —empujo a mi hermana para comer de su plato.
—¡PREPÁRATE TU COMIDA!
—¡No se peleen! —se queja mamá, a quien saludo de buenas.
—Yo no hice nada malo, ma. —Noah pone su mejor (y estúpida) cara de angelito y cuando mamá no ve me saca la lengua.
Más falsa que cuando digo 'mañana te pago'.
—Está bien, ya me voy— sonrío, y mi hermana pone los ojos en blanco.
Decido ignorarla —muy sabiamente—, y voy a la cocina a prepararme mis propias crepas. Cuando termino de comérmelas, tomo un poco de dinero de la cartera de mi mamá y salgo corriendo de mi casa, específicamente, a la parada del autobús.
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El chico que me regaló la luna | OLD VERSION
RomanceAVISO: Esta es la versión vieja de mi primera historia 'El chico que me regaló la luna'. La nueva versión la puedes encontrar en mi perfil, está en proceso. Si te gusta Morat, este libro es para ti: Si la vida fuera una película romántica, sin duda...