Holaa! Les aviso que ya está disponible el primer capítulo de la nueva versión, por si quieren ir a leerla, ¡Cuéntenme qué versión les gustó más!
(No termino — Morat)
Hoy termino con Gabe.
¡HOY TERMINO CON GABE!
Más fuerte, que en China apenas se escuchó.
Estoy nerviosa.
Y, como siempre que estoy nerviosa —a veces aunque no lo esté—, me voy a comprar un libro.
Y ahí se van todos mis ahorros.
Cuando abro la puerta de mi cuarto, me encuentro a Will cargando una mochila, a punto de salir, pero al escuchar que mi puerta se abre, se para y me mira.
—Buenos días, Myers. —sonríe.
—Hola, ¿a dónde vas?
—Al gimnasio—desvía la mirada un segundo para mirar a Patata de mala manera.
¿Este quién se cree? ¡Patata es sagrada! ¿Quién se cree que es para mirarla feo?
Tal vez porque casi le saca el ojo.
Ay, una cosita de nada, para eso tiene dos.
—Ah. ¿Te importa darme un aventón a la librería?
—Claro que no, ¿por dónde está?
Uy.
—Pues a unos...treinta minutos.
—Está un poquito lejos, ¿no crees? Digo, el gimnasio está a cinco minutos. ¿Qué tal si me acompañas y cuando termine, vamos a la librería que quieres? No estaré mucho tiempo.
—Bien —me encojo de hombros.
—Bien. Cámbiate rápido, te espero en el carro.
Entro a mi cuarto de nuevo y me arreglo.
¡No tengo ropa!
A ver, no me voy a poner pantalones de mezclilla, mucho calor, pero tampoco quiero pantalones pegados porque me veo muy delgada. Los shorts me van a dar frío, pero también son más cómodos.
Al final me decido por un short flojo color negro y una camiseta gráfica de, obviamente, el logo de Morat en el centro.
La mejor compra que he hecho.
Me maquillo rapidísimo y salgo.
—Bonita camiseta —Dice Will cuando me mira.
—Lo sé —le sonrío y entro al auto.
—¿Quieres poner música?
—Ya sabes que sí.
Pongo Morat en aleatorio y sale una de mis canciones favoritas.
No voy a mentir, todas son mis favoritas.
—No termino. Esa me gusta —admite Will.
—¡Claro que te gusta! ¡A todo el mundo le gusta! ¿Te la sabes?
—Más o menos.
—Bien, canta. Nunca te pude hablar, nunca te pude hablar y ya —canto.
—Duele porque al final...
—¡No quiero contar todos los besos, que nunca llegaron a tu boca!
—¡Siguen esperando tu regreso para volverte loca!
—¡No quiero contar cuántas canciones, no bailé contigo por cobarde!
—¡Cómo deben ser tantos millones, no sé cuánto me tarde!
—¡No quiero contar todas las cosas que a final de cuentas, sé que nunca hicimos!
—¡No quiero contarlas porque sé muy bien que si las cuento...!
—¡...TAL VEZ NO TERMINO!
Justo cuando acaba la canción, llegamos.
—Primera parada, señorita.
Sonrío al recordar el pequeño Dejá vu.
Al entrar, me entra un olor a sudor terrible.
—Ven, por aquí —Will me toma del brazo y vamos a donde hay varios aparatos de esos que se usan para practicar boxeo—. ¿Quieres intentar golpear? Podría servirte como método de defensa en caso de que Garbanzo trate de hacer algo...
—¿Garbanzo?
—Gabe, Garbanzo, es lo mismo. Volviendo a la práctica, supongamos que alguien trata de golpearte, si uno de sus pies retrocede, es porque quiere agarrar vuelo para lanzar un golpe, así que lo que tienes que hacer es alejarte. ¿Hasta ahora bien?
Asiento con la cabeza.
—En fin, sigamos. Si se acerca demasiado a ti, tú le vas a agarrar de los hombros...—pone mis manos en sus hombros—y con tu pierna vas a...—pone una mano en mi pierna derecha y la sube—golpear.
Y mi rodilla toca su entrepierna.
Hasta que Will me suelta y se aparta.
—O también puedes entrelazar tu pierna con la suya y darle un golpe en la cara, lo que te convenga. Si se te acerca demasiado, le golpeas como te acabo de enseñar, y si trata de hacerte daño desde lejos, te acercas tú y le das un golpe.
Escucho detenidamente todo lo que Will me dice.
—Para dar un golpe con fuerza, flexionas un poco las rodillas, adelantas tu pie izquierdo (si fueras zurda, sería el derecho), y rotas tu cuerpo cuando das el golpe, así lo darás con más fuerza. Algo MUY importante es que no debes meter el pulgar en el puño, te lo vas a romper.
—Okey...
—A ver, trata de lanzar un golpe.
Sigo todos los consejos de Will. retrocedo mi pie derecho, y cuando doy el golpe giro mi cadera también. Y...
¡Lo logré! ¡Di un golpe!
—¡¿Lo viste?! ¡ESA COSA SE MOVIÓ CON MI GOLPE!
Will se ríe al ver mi emoción.
—¡Felicidades! —Chocamos las manos—. Ahora voy a entrenar un rato, puedes quedarte ahí sentada o pasear. No tardo.
—Bien.
Me decido por la primera opción, obviamente, no desaprovecharé la oportunidad de leer.
Me siento en una banquita y agarro mi mochila para sacar un libro mientras espero a que Will termine, pero...no es tan mala la vista.
Así que simplemente abro el libro y me quedo mirándolo mientras golpea el saco.
Solo tiene unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, que más adelante se la quita.
Qué bendición.
Ni tanto.
No sé cuánto tiempo pasa, cuando Will se acerca y me mira:
—¿Te está gustando el libro, Myers?
Uuuuuy, atrapada.
—Muchísimo —miento, no he leído ni la primera palabra.
—Cada día me sorprendes más, Myers —niega con la cabeza.
—¿Por qué?
Will se agacha y, sonriendo, voltea el libro.
—No sabía que podías leer al revés.
Me guiña el ojo y se va.
¿Qué diablos acaba de pasar?
***
Y...¿Qué les pareció?
¿Alguna teoría o esperanza para el siguiente capítulo?
¡Nos vemos!
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El chico que me regaló la luna | OLD VERSION
RomanceAVISO: Esta es la versión vieja de mi primera historia 'El chico que me regaló la luna'. La nueva versión la puedes encontrar en mi perfil, está en proceso. Si te gusta Morat, este libro es para ti: Si la vida fuera una película romántica, sin duda...