15. Amigos con derecho

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Holaa! Les aviso que ya está disponible el primer capítulo de la nueva versión, por si quieren ir a leerla, ¡Cuéntenme qué versión les gustó más!

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Will.

Ni siquiera me da tiempo de reaccionar correctamente cuando siento sus labios sobre los míos, así que mi primer impulso es llevar mis manos a ambos lados de su cintura y seguirle el beso.

Nunca le diré esto a nadie, pero la única persona a la que he besado ha sido ella, en aquella fiesta. Y ahora, claro.

Heather atrae su cuerpo hacia mí, hasta que chocamos contra la pared de la sala. Me agacho un poco para que pase sus dedos por mi cabello y, como buen inexperto que soy, bajo mis manos a su cadera.

Miel. A eso huele ella.

—Hueles a miel —Susurro.

Esto lo vi en las películas, así que supongo que es lo común: Con un pequeño impulso, la subo a la barra.

Al final sí que valió la pena limpiarla.

—Nunca me gustó ese Shampoo. Normalmente uso uno de coco, pero ahora le subieron el precio y el de miel está más barato.

Quiero darle un beso a la persona que le haya subido el precio a ese maldito Shampoo de coco.

Mejor a Heather.

Eso ya lo estoy haciendo.

—Nunca me he alegrado tanto de que le subieran el precio a algo, Cass.

Ríe mientras rodea mi cintura con sus piernas. Paso una mano por la parte baja de su espalda, que poco a poco se va moviendo hacia su muslo.

—Oigan, chicos, llevo tocando la puerta desde hace...¡AY, NO ME JODAN, CON RAZÓN NO ME OÍAN!

Al escuchar a Dean, nos separamos tan rápido que me caigo al piso y Heather choca con la lámpara de la cocina.

—¿CÓMO DIABLOS ENTRASTE? —Le espeto.

—P-pues...Hay una llavecita escondida en el número de habitación.

¿De dónde salió esa llave?

Me giro a Heather, quien está recogiendo los pedazos del foco que se rompió.

—¿Heather...? ¿Pusiste una copia de la llave en el numerito que está afuera, donde cualquier persona puede agarrarla, entrar a nuestras habitaciones, y matarnos? —Entrecierro los ojos.

Mi ojalá futura novia esboza una sonrisita inocente.

Que no tiene nada de inocente.

—¡Nunca pensé que alguien podría encontrarla! Digo, estaba bien escondida...

—No puede ser —niego con la cabeza.

Estoy a punto de matarla.

—Me gusta más cuando me dices Myers.

El chico que me regaló la luna | OLD VERSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora