Día 4: Un pequeño descanso

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La noche aun no ha terminado y el par de amigos continúa sus aventuras.

- ¿A dónde iremos ahora? -. Pregunta el humano.

- Quiero mostrarte algo -. Responde Isabel.

El humano se queda en silencio y camina junto a la hermosa y fría dama. El cielo aún está oscuro, no hay estrellas ni luna, las nubes se han adueñado de las vistas, pero está por amanecer, a pesar de no tener un reloj con él, lo sabe. El humano se quito los abrigos de encima y los zapatos e Isabel los transporto a quien sabe dónde, tal vez a su cabaña, un pequeño recuerdo de lo que una vez vivió.

Una brisa salada golpea con suavidad su rostro y la sensación de la arena fría en sus pies le causa una leve impresión, están en alguna de las hermosas playas de su país, es la primera vez que ve el mar, es la primera vez que siente la arena y será la primera vez que ve este cielo.

- ¿Te gusta? -. Pregunta Isabel siendo golpeada por los primeros rayos del sol.

- Si, es la primera vez que veo el mar -. Responde el humano con sinceridad.

- Jajaja, hablo del amanecer, tonto -. Replica con dulzura la hermosa mujer pálida.

- Aunque, no podemos ver el sol desde aquí ya sale por las montañas -. Exclama el humano con un tono burlesco.

- Eso ya lo se -. Responde avergonzada ya que se confundió en la orientación del sol.

- Parece que la sabiduría no viene con los años -. El humano se está burlando del error de la criatura centenaria y está se asombra y se enoja, lanzándole un brisa helada directamente a los pies.

La dama usa sus habilidades y asume una apariencia más "viva" han decidido quedarse ahí por el día de hoy, ha vivir como humanos y disfrutar como tales. El dinero no es problema, el humano trae consigo y esta vez es el quien invita y muestra pequeñas bellezas para la dama de magia, un día de descanso para su amabilidad.

Amado por las hadas y otros másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora