Fueron días extraños para Peter, pues a pesar de tener la compañía de Miles y Gwen, las noches eran solitarias.
Peter despertó esa mañana con el ruido de risas y el peso extra en su cama. Cuando abrió los ojos, la luz del sol lo recibió con cariño, y pudo respirar con mucha más facilidad que en días anteriores. Giró el rostro para ver a Miles, que había jalado la mecedora de la esquina para sentarse frente a él, y a Gwen, que había invadido bajo las sábanas y se abrazaba a su hombro.
──¿Cómo te sientes hoy, Peter?── le preguntó Gwen, poniéndole una mano en la frente en busca de temperaturas inusuales.
──Mejor── Peter se limitó a responder. Y no mintió, no del todo.
Las marcas de su cuerpo eran apenas visibles, y no habían aparecido nuevas desde hace varios días. Dormía mejor, pues aquellos sueños y visiones habían abandonado el tormento en su contra. Comía mejor también, su rostro empezaba a recuperar la vida y el color. Rio, por su puesto, le atribuía su mejoría a la espléndida crema de espinacas y acelgas que obligaba a Peter a comer todos los días.
Pasada su hora de dormir, Peter deambulaba por los interminables pasajes del castillo como un fantasma, con la esperanza de encontrarse de repente con el conde O'Hara. Esa esperanza se desvanecía entrada la madrugada, cuando al pasar cerca de su torre, Peter huía de la puerta abierta que se movía con el viento, demasiado temeroso de entrar y realmente verlo.
En la solitud de su habitación, de su cama, Peter dormitaba y entre aquella línea entre la ensoñación y el mundo real, anhelaba la fuerza de los labios y las manos del conde sobre él porque lo sentía tan nítido como la noche en qué se besaron sobre esa misma cama. Y aquel recuerdo lo anclaba a la realidad, lo mantuvo despierto de más por cuatro noches, mientras sus dedos paseaban por la piel que Miguel había tocado, hasta quedarse dormido.
El par de chiquillos lo animaron a salir de la cama, intentando sacudir la tristeza que habían notado, colgaba pesada de sus hombros. Peter rió con ellos en respuesta, siguiendo con la mirada la alegría con la que buscaban en su clóset por algo con lo que cambiarse. Después del desayuno, Peter los acompañó a recolectar manzanas de uno de los tantos árboles alrededor del castillo.
Caminaron un rato, Gwen y Miles corrieron otro mientras Peter corría tras ellos, y una vez sus canastas estaban llenas de verdes y jugosas manzanas, Gwen escaló por sobre un almendro para comer cerca de las copas. Peter y Miles se mantuvieron en el suelo, bajo aquel almendro. Peter recostado, dando mordidas ocasionales a su manzana mientras Miles dibujaba como habitualmente lo hacía, en el cuadernillo que había traído consigo.
Peter no le prestó mucha atención al principio, más al pendiente de que Gwen estuviese sobre una rama que fuese lo suficientemente gruesa y firme como para soportar su peso, pero algo en los trazos de Miles llamó su atención. Dando otra mordida y con toda la discreción posible, Peter miró de reojo hacia la hojilla en la que Miles trazaba, sonriendo de lado al notar la concentración con la que la mirada de Miles se perdía entre Gwen y su cuadernillo.
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𝑼𝒏𝒅𝒚𝒊𝒏𝒈 | Spiderdads
Fanfic𝘜𝘕𝘋𝘠𝘐𝘕𝘎 | A sus 39 años, Peter B. Parker es un hombre solitario desde que su amada esposa murió y su única hija se casó. Para Navidad, es invitado por su hija a pasar las festividades en su hacienda en otra ciudad, pero de camino, Peter sufre...