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Un toque en la puerta

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Un toque en la puerta. Peter lo oyó entre sueños sin preocupación alguna.

Otro toque. Uno que amenaza con despertarlo. Con una queja muda, Peter se rehusó a dejar su cómodo lugar debajo de las sábanas de Miguel, quien duerme con las manos por sobre la cabeza, gustoso de prestar su pecho como almohada.

Un tercer toque terminó por sacarlo de su ensoñación. Peter abrió los ojos de golpe y con una mueca de fastidio, se removió entre el colchón de agua, quitándose de encima el brazo de Miguel qué lo envolvía de los hombros para salir de la cama. Al intento de un cuarto toque, Peter abrió la puerta más dormido que despierto, encontrándose con la mirada condescendiente de Rio.

──Mi señor... debe levantarse ya mismo── le dijo Rio, entregándole en la manos una muda de ropa limpia y tibia para remplazar la bata desaliñada qué llevaba para dormir.

──Es muy temprano aún...── se quejó Peter con los ojos entrecerrados.

Durante las últimas semanas, Peter había empezando a acoplarse a una nueva rutina, una que le permitía pasar tiempo con sus niños por la tarde y con Miguel por la noche; dormir al amanecer y despertar un par de horas después del medio día. A veces terminaba por despertar temprano debido al hambre o la sed, pero justo ahora, eran las ocho de la mañana y tenía menos de dos horas de haber conciliado el sueño.

──Lord y Lady Osborne esperan abajo por el desayuno. Encontrarán extraño qué usted siga durmiendo a éstas horas── insistió Rio, endureciendo la mirada antes de dejarlo solo para vestirse, bajando la escalera de caracol a toda prisa para atender a los nuevos huéspedes.

Peter soltó un largo suspiro. Rio tenía razón. Había visto la preocupación en los ojos de su hija, y lo último que necesitaba en ese momento era agobiarla más y levantar en ella las sospechas que en el pueblo ya rondaban en forma de rumores.


[...]

Peter desayunó por la mañana en compañía de Mayday y Harry, como ella lo llamaba tan melosamente que Peter debía contener una carcajada cada vez que ocurría. Habían salido a caminar después por los alrededores del castillo; desde los jardines repletos de las bien cuidadas flores y plantas de distintos tamaños y colores, hasta las caballerizas, en donde Peter alzó la mano, agitándola para saludar a Jeff, quien a lo lejos cepillaba la crin del caballo de pelaje negro y lustroso que Peter veía siempre al frente de los más jóvenes a la hora de arrastrar cualquier carruaje. Jeff lo saludó de vuelta con una sonrisa recta y un movimiento de su cabeza. Mayday observaba todo a su alrededor encantada, pues si bien había gozado de años de riqueza y estatus debido a su matrimonio con la familia Osborn, las riquezas de un lord no se comparaban con las de un conde.

──Es una lástima que el conde O'hara no tenga hijos. ¿A quién irá todo ésto cuando fallezca?── inquirió Harry, pensativo, mirando más allá en donde los árboles de manzanas anunciaban la entrada hacia el bosque.

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⏰ Última actualización: Jun 07 ⏰

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