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No había estado mucho tiempo en el hospital. Solo habían vendado mis heridas y me administraron un tipo de calmante para que pudiera dormir un poco. Pero no pude evitar que las pesadillas me inundaran, y todas eran referentes a Stu y Billy. El asesino ya tenía rostro, así que ahora mis pesadillas eran sobre ellos asesinando a mi hermana, a Tatum y por último a mi. Abrí los ojos un día después. Mi madre estaba allí, sosteniendo mi mano mientras rezaba con la mirada baja.

-Mamá...-murmure. Mi voz se escuchó en un murmullo. Mamá de inmediato levantó la mirada y me miro con sus ojos azules llenos de lágrimas.

-Mi niña-intentó abrazarme, pero se alejó cuando un quejido salió de mi. Mis heridas seguían vendadas, pero dolían como el infierno- Creí que te perdería también.

Después de algunas horas me dieron el alta y mis padres me sacaron del hospital. No fuimos a casa por alguna extraña razón, decidieron que iríamos casa de una tía para que ahí pudiera seguir descansando. Sabía que me ocultaban algo por la forma en que me miraban y lo silencios incómodos que se formaban. No quise preguntarles nada, sentía mi cabeza demasiado cansada como para recibir más información.

Mamá había estado paranoica los días siguientes que salí del hospital, así que durmió conmigo todas las noches y dijo que lo seguiría haciendo por el resto de mi vida si era necesario. No sabía de que se preocupaba, Stu y Billy habían sido trasladados hace unos días a un psiquiátrico a las afueras de la ciudad, era imposible que pudieran salir de eso.

Una semana había pasado desde los sucesos en la casa de Stu cuando recibí una llamada. Por instinto mi cuerpo se heló al pensar que serían de nuevo Billy y Stu, pero mi cuerpo se tranquilizó cuando escuché la voz de Randy del otro lado. No nos habíamos visto desde ese días, así que vendría a mi casa para que habláramos un poco. Éramos los únicos sobrevivientes de esa noche junto a Dewey y Gale, la mujer reportera.

El funeral de Tatum había sido hace unos días y el de Sidney fue el día anterior, así que aún seguía afectada por sus muertes. Tenía mi primera visita al psiquiatra el día de mañana, pero no era algo que me emocionara. La policía decía que tenía que ir si quería superar el trauma que ese par dejó en mi.

-Tara, llegó tu amigo-mamá entró por la puerta de la habitación que me habían asignado- Esta esperándote afuera, si quieres puedo decirle que pase.

-Mamá, está bien-la tranquilice con una sonrisa- Quiero caminar con mi amigo por la calle como una persona normal. Ya no hay peligro fuera.

Mamá abrió la boca para decir algo, pero la cerró unos segundos después. Asintió con su cabeza y me sonrió de vuelta.

-Creo qué tal vez ya sea hora de soltar tus alas de nuevo-se acercó a mi y dejó un beso en mi cabello- Pero solo quiero que sepas que eres la más importante en nuestras vidas Tamara. La vida de tu padre y mía no tendría sentido sin ti.

-Lo se-deje que mi madres me abrazara todo lo que quisiera. Sabía que estaba asustada, ya había perdido a una hija y no quería también perder a la última que le quedaba- No me sucederá nada. ¿Recuerdas que sobreviví a dos asesinos?

-Prefiero olvidar eso-se alejo con un suspiro- Estaré con tu tía Maggie en la cocina por si necesitas algo.

-Si, está bien-le reste importancia a sus palabras y me mire en el espejo. La única cita que había tenido con el psicólogo (antes de que me transfiriera con el psiquiatra) me había dicho que para superar el trauma, tenía que hacer mi día a día como si nada hubiera sucedido. Así que tome algo de ropa que me habían traído papá de casa y me la puse, maquille un poco mi rostro y me observé durante unos segundos en el espejo. Mi rostro se veía relativamente bien, como antes, pero mis ojos azules ya no tenía ese brillo de felicidad que los caracterizaba.

Thriller ━━ ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora