09 - Un rato solos

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Después de dos birras y hablar al pedo un rato Enzo y yo fuimos a bailar, era muy divertido bailar en el estado en que estábamos, bastante entonaditos los dos.

La música que pasaban no era a la típica música que pasaban en los boliches en Argentina, pero bueno, empezamos a improvisar. La idea era pasarla bien y bailar pegados.

Él tenía sus manos en mí cadera, atrayendome hacia él, y yo las mías una en su hombro y otra en su nuca, jugando con el nacimiento de su cabello. Mientras bailabamos la bachata que pasaban, él escondió su cara en mí cuello, sentí como su nariz tocaba la piel de mí cuello. Sus manos bajaron a mí espalda baja, rozando sus dedos en mí cola.

Después de bailar esa bachata me separar de él y lo miré.

—Quiero tomar algo –dije en su oído para que me escuche–.

—Vamos –sonrio, y volteó mí cuerpo tomándome todavía de la cadera para no perdernos entre la gente, fuimos a la barra–. ¿Qué querés tomar hermosa? –me pregunto en el oído cuando llegamos a la barra–.

—Quiero un trago –dije en su oído para que me escuche–.

Enzo sonrió y le pidió dos tragos al barman, no entendí que era, pero al parecer era daikiri o algo así.

Mientras esperábamos el trago nos pusimos a bailar una canción que pasaban. Cuando nos dieron los tragos volvimos a sentarnos para tomar tranquilos.

—¿Esto que se supone que es? –tomé un sorbo de la pajita/sorbete–.

—Daikiri –sonrio–. El tuyo es de frutilla y el mío de durazno, los típicos –se encogió de hombros sonriendo–.

–me acerqué a él para robarle un traguito de su trago tomando de su pajita–. Los dos están ricos –me reí–.

—Atrevida –se río–. Yo también quiero del tuyo –sonrio acercándose, yo me reí y acerqué mí vaso a él, él lo probó–. Uhh este está mejor...

Nos acomodamos en el sofá un poco más cerca el uno del otro y nos pusimos a tomar y a hablar, él paso su brazo por el respaldo, sentía leves caricias en mí hombro.

—¿Cuándo me puedo mudar a mí casa? –pregunto mientras tomábamos. Claramente teníamos que alzar la voz para poder escucharnos–.

—La compraste hoy Enzo –me reí mirándolo–. Tengo que hacer los papeles, pero para esta semana ya va a estar lista para que se muden –sonrei–.

—Voy a hacer un fiesta de bienvenida cuando nos mudemos –sonrio y beso mí mejilla–. Me muero de ganas de que Oli vea la casa y el patio, le va a encantar

—Seguro que si –sonriendo y mirándolo, tomé un trago–. ¿Me vas a invitar?

—Obvio que si, vos vas a ser la anfitriona, junto conmigo –se río–.

Me reí, nos quedamos un rato más tomando tranquilos y después se empezaron a acercar algunas personas para saludar y sacarse fotos con Enzo.

Salimos del pub cuando empezaba a llenar de gente que empezaba a acosar a los jugadores. Salimos con alguno de los chicos y sus parejas, sentí que Enzo paso su brazo por mí espalda para abrazarme por la cintura.

Nos quedamos un rato hablando, bueno, Enzo y sus compañeros de equipo hablaban, yo solo lo observaba mientras tomaba de mi bebida. Los chicos organizaron para ir a un pub que era más tranquilo y que era latino para terminar la noche.

—¿Querés ir? –pregunto mientras subíamos al auto–. ¿O preferís que volvamos?

—Si, vamos –me senté y me puse el cinturón–. Es temprano todavía –sonrei mirándolo–.

London [Enzo Fernández]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora