𝓛𝓲𝓫𝓮𝓻𝓽𝓪𝓭.

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𝕸i nombre es Sofía. Sí, sé que probablemente suena como algo demasiado común y ordinario; pero para mi madre no lo era. Ella tenía una extraña forma de ver las cosas, una perspectiva diferente a lo que comúnmente se puede llegar a ver. Nunca fue una madre normal, no me enseñaba a tejer, a bordar o a mantener la boca cerrada durante las conversaciones de hombres. Ella me pedía que fuese observadora, que opinara libremente, que me hiciera valer, que fuera libre.

Mamá no soportó un matrimonio, por eso supe muy poco de mi padre cuando era una niña. Pero la idea de criar a alguien, una pequeña personita independiente y con una voz que se hiciera escuchar.

Y lo logró, me tuvo a mí. Sofía Johnson. Durante toda mi vida, mayormente en la niñez y adolescencia, fui entrenada por una dama muy particular; Edith, le gustaban las mujeres ruidosas e inteligentes. Además, madre se encargó de idear varios planes -de los que nunca fui parte- junto a la viuda y señora Holmes, progenitora de dos varones y una bebé pequeña que yo tenía la impresión de que sería bastante parecida a u madre.

No recuerdo mucho de esa época, a decir verdad, puesto que solo eran horas largas y aburridas sentada, tratando de entretenerme con el hilo suelto del sofá de la estancia principal. Pero algo que tengo grabado como si se tratara de algo reciente, es a un muchacho algo mayor que yo, el de en medio de la familia Holmes. Un varón con agradables rizos oscuros, sonrisa angelical y habilidad impresionante para manipular perfectamente a su sirvienta, saliéndose con la suya siempre.

Era observador, de gran intelecto y la persona que se encargó de enseñarme a leer a base de todos los libros de la biblioteca de su hogar junto a mí. Luego, en las siguientes visitas, se encargó de mostrarme cómo debía obtener galletas sin que madre se diera cuenta. Y al final, el chico Holmes trató de orientarme en la música, creyendo que sería fácil el aprender a tocar instrumentos, claramente, eso no funcionó.

Pero madre dejó de ir a la casa de Eudoria Holmes, enfocándose en mostrarme que todo lo que hacía buscaba mejorar un futuro para mí. Y por consecuencia, dejé de ver a ese peculiar varón, con quién había prometido un compromiso secreto.

¿Lo último que supe de él? Se fue de su hogar, comenzó a utilizar las lupas y se convirtió en un famoso detective privado. Sin esposas o rumores de éstas durante su edad casadera, por lo que no tenía hijos y su relación con la familia era escasa. Parecía un persona solitaria, y poco a poco, la imagen que tenía de él se borró.

Al final, ya no importaba más.

Y las dudas de su importancia dejaron de existir cuando madre, durante sus últimos meses de vida, visitó una vez más a la familia Holmes, para después fallecer por una gripe que su cuerpo no soportó...



































ACTO UNO: LA REBELDE, EL DETECTIVE Y LA ENTROMETIDA.









































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Atte: R. A.

Sofía.| Enola Holmes. | Sherlock Holmes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora