Capítulo 5

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Carla

El instituto tenía mi humor por los suelos aquel día en el que se podía oler muerte en el ambiente, tantas materias y exámenes avivaban el dolor creciente que se concentraba en mis cienes haciéndome doler la cabeza.

Los pasillos se me antojaban vacíos, que reinara el silencio para poder poner mis pensamientos en orden, aquellos que siempre estaban en conflicto y jamás se ponían de acuerdo para organizarse. Los pasillos estaban abarrotados de estudiantes que iban y venían, algunos estaban parados frente a sus casilleros hablando con euforia recordándome por qué no suelo convivir con muchos de mis compañeros, muchos otros trataban de esquivar todo el ajetreo para salir del sofocante lugar, como yo.

Por suerte mis clases habían terminado y me dirigía ahora mismo hacia la salida del lugar, mis pasos eran lentos, demostraban lo aburrida que estaba en ese momento y las nulas ganas que tenía de socializar. A lo lejos, el reflejo de un collar dorado y delgado colgando del cuello largo y estilizado de una mujer llamó mi atención.

Tefi Gordon.

La mención de su nombre en mi subconsciente pareció vacía. Justo como era ella, parecía imitar cierta elegancia, sus modales parecían de la nobleza y, sin embargo, suponía que jamás había convivido con la de este pueblo. De ella brotaba un aura atrayente y peligrosa que parecía ser practicada, como si hubiese sido ensayada por años. Pero aquella impresión de la perfección que la rodeaba me parecía simplemente irritante.

Seguí mi camino observando como subía a su lujoso coche oscuro con los vidrios ahumados, junto a su hermano que tenía la misma vibra agónica y peligrosa que la de ella. Adriaen Gordon, la persona que desprendía esa oscuridad que no parecía ser propia, era como si la tuviera pegada pero no le perteneciera. Apenas lo toleraba, y era debido a su relación sentimental con mi amiga.

Mi teléfono vibró sacándome de los pensamientos turbios que tenía en contra de Tefi y su hermano, mientras ellos se perdían en el interior del auto. Al encender la pantalla me di cuenta de que era un mensaje de Stacey.

*Nos vemos en la cafetería*

Sonreí sabiendo que ya tenía a donde ir. Pues no quería ir a casa ahora, de seguro mi madre andaba con un humor peor al mío. Salí a paso rápido del lugar del que cada vez más salían estudiantes y obligué a mis pies a ir mucho más rápido de lo que les apetecía. La cafetería apareció frente a mi como un recordatorio de que siempre tendría un bonito lugar a donde ir. Sin embargo, en ese momento parecía algo totalmente diferente a lo que siempre era, pues los reflejos dorados de las armaduras pesadas y ruidosas de los guardias le daban un vibra distinta.

Dentro, el olor a café con leche y crema batida inundaba mis fosas nasales y me hacía relamer los labios. Era deliciosa la manera en la que se combinaba a la perfección con el olor del incienso que se expandía por el lugar desde algún desconocido rincón.

Mis amigas se encontraban en una de las mesas junto a la ventana, Mia me daba la espalda y los ojos peculiares y asombrosos de Stacey, con aquellos reflejos rojizos, me observaron entusiasmados cuando llegué hasta ellas y las saludé con una aburrida sonrisa. Definitivamente aquel día era pesado, oscuro y cruel para mí.

—Siento el aburrimiento llegar desde algunos kilómetros. — susurró Mia con el pitillo de su bebida en sus labios. Aquel liquido rosado con pequeñas partiduras de fresas en su interior parecía ser el líquido favorito de mi amiga. — ¿Cómo estuvo la escuela?

—No ves su rostro— opinó Stacey, parecía aún más aburrida que yo, pero algo en sus ojos me decía había algo que empezaba a estorbar en sus pensamientos. —parece que envejeció cien años en el interior del instituto.

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