Capítulo 3.

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— ¿qué tenemos aquí? — el risueño se acercó a los jóvenes — ¿mellizos? — sonrió malvadamente.

—po-por favor, déjenos ir — titubeo el rubio, sus ojos lagrimosos y sus mejillas rojas hacían notar el miedo que sentía.

La palma de J-Hope, azoto fuertemente contra la mejilla del rubio, haciendo que su rostro se volteara.

—No seas igualado, no te di permiso para hablar — recargo sus manos en la mesa y se inclinó hacia él — ¿desde cuándo las putas le contestan a sus amos?

La joven no pudo contenerse más; su mano dio un fuerte golpe contra la mesa, encarando al pelinegro con sonrisa burlona — ¡Hijo de puta! ¿cómo te atreves a ...

Su pregunta se vio interrumpida, cuando el mayor sacó una daga de la gabardina y la clavó directo en el dorso de la mano de la joven, traspasando la mesa — ¿no entendiste? —la joven soltó un grito desgarrador — C-A-L-L-A-T-E — el rubio cubrió la boca de su hermana. Fue entonces cuando entendió la zona roja en la que estaban parados.

Uno de los hombres, el más alto y corpulento, se acercó a los jóvenes, que lo miraban con terror — Me disculpo por el mal carácter de mi hermano — sonrió tan amable e inocente, cualquiera que viera esa hermosa sonrisa, creería que ese hombre es una persona de bien, pero no es así — permíteme, te ayudare — saco de un tirón la daga, provocando aún más dolor en la joven — Si no quieres perder tu mano, obedece — hablo con simpleza.

La joven los miró con rabia, no sabía lo que esos hombres podían hacerles; el temperamento de cada uno es tan diferente, pero los tres tienen algo que comparten; tienen la sangre fría. No se inmutaron en golpear a su bello hermano, el cual nadie se había atrevido a tocarlo por lo hermoso que es. Su belleza hacía que siempre se saliera con la suya, siempre conseguía lo que quería sin meterse en problemas, todo mundo le perdonaba lo que fuera, pero, esta vez, estos hombres habían sido la excepción.

—Estas ensuciando el piso con tu asquerosa sangre — al risueño se le borro la sonrisa del rostro, su expresión se tornó seria — Límpialo o hare que tu lengua se encargue de eso.

La joven, rompió un pedazo de su playera y se la enredo en la mano. Se hinco para poder limpiar su sangre y cuando quiso reincorporarse, el pelinegro de la cicatriz en el ojo, recargo su pie en el pequeño hombro de la joven impidiendo que se levantara — ¿estas esperando a que te ponga de rodillas? — miró amenazante al rubio, quien inmediatamente se colocó a un lado de su hermana.

—¿A quién debemos matar? — pregunto RM a sangre fría, mientras jugaba con la daga — les estoy dando la oportunidad de escoger.

Los jóvenes, llenos de terror, se miraron uno al otro — Jimin ... ¿qué mierda hiciste? —pregunto la joven entre dientes y sollozos, llena de rabia. El rubio se soltó en llanto. Al no obtener respuesta, la joven elevo la mirada hacia uno de los hermanos, tratando de obtener respuestas. No entendía que había sido tan grave para que quisieran matarlos.

—Todas las mujeres que trabajan aquí son vendidas a precios muy altos a los clientes, el baile solo es una forma de ofrecerlas — explico el menor —Las mitad de las mujeres que trabajan aquí son el pago que sus padres dieron por estar endeudados hasta el cuello con esta casa de apuestas y la otra mitad, fueron mujeres que nosotros hemos traído de los países más exóticos, conocidos por la belleza de sus mujeres — clavó la daga en la mesa y los miró imponente — pero la verdadera belleza de todas ellas, no es su físico, es su pureza. Las vendemos al mejor postor porque siempre las mantenemos en buenas condiciones, pero, si una de ellas tiene el mínimo rasguño, pierde completamente su valor y es perdida para la casa ¿entiendes?

L I N EWhere stories live. Discover now