Capítulo 12.

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La expresión de la joven no pudo reflejar más miedo al escuchar esas palabras. Era obvio para ella que el personal bajo J-Hope estaban igual de trastornadas que él, por lo tanto, ese juego no tendría nada de divertido.

— Tranquila, belleza — se acercó a la joven caminando alrededor de ella, con una mirada penetrante y una sonrisa retorcida —. aquí nos gusta mucho divertirnos.

— ¿qué clase de juego?

— es sencillo, juguemos a las escondidas.

Dio unos ligeros brinquitos de felicidad, aunque la sonrisa del personal cambió de inmediato, volviéndose nerviosa, inquietante y cero complaciente.

— Amo J-Hope — trago saliva sin borrar la sonrisa en su rostro —. ¿Está seguro? Es decir, hace mucho no jugamos eso.

—Hoy es un día especial, traje a una invitada — miró a Bonnie.

Las enfermeras se miraron entre ellas, con una mirada angustiante.

— pero, amo ...

— ¿pero? ¿acaso estas cuestionando mis órdenes? — su mirada fusiló a la enfermera.

—¡No, para nada amo! — soltó una ligera risa nerviosa.

Bonnie se sintió inquieta al ver la reacción de las enfermeras y del personal alrededor, sabía que ese juego era más que eso. Si la sonrisa de todos ya era inquietante para ella, ahora las risas nerviosas provocaban aún más escalofríos. Ha este punto, la joven esperaba lo peor.

—Ven aquí, belleza.

La sujetó de la cintura y camino con ella, adentrándose a la clínica.

—¿a dónde me lleva? Dijo que jugaríamos.

— ¡oh! Te mostrare a los jugadores.

De inmediato, la joven sintió la mirada de todas las enfermeras sobre ella. Miradas aniquilantes y envidiosas.

—Amo, yo puedo llevarla— hablo una enfermera, caminando a paso apresurado para alcanzar al risueño.

—usted debe estar muy cansado, mi señor. Nosotras podemos encargarnos de ella.

Las enfermeras rodearon al risueño y a la joven. Hablaron al unísono haciendo incomprensibles sus palabras.

— No me estorben — hablo en voz arisca.

Las mujeres se apartaron de un santiamén, abriendo camino a su amo.

El risueño continuo su senda, mientras la joven observaba a su alrededor cada detalle del lugar. No había rincón sin lucir extremadamente limpio, las paredes perfectamente blancas y sin una sola mancha de mugre. Las luces eran tan brillantes que lastimaban la retina, sin embargo, el silencio por el que estaba atravesando en esa habitación, de cierta manera la estaba volviendo loca.

L I N EWhere stories live. Discover now