The Lost Princess

El sabor de la libertad

Regina se sentó tranquilamente en la mesa del comedor, y mientras comía su cena, tarareaba felizmente.

"Oh, querida, por favor dime que no comes así todo el tiempo. Estarás más gorda que las mujeres que solían dirigir la panadería en poco tiempo". Regina se congeló, su tenedor quedó a medio camino de su boca. "no, no, no... esto no esta pasando"

"Siéntate derecha, que te estás encorvando". Regina enderezó la espalda, estremeciéndose inmediatamente. Ella no tenía que escucharla. Volvió a la postura que tenia y entorno los ojos.

"Te di todo lo que pude, te convertí en reina, ¿y qué? ¿Ni siquiera recibo una cálida bienvenida?"

"¿Qué quieres que haga? ¿Abrir mis brazos para darte un gran abrazo, madre?" Estaba furiosa . Cora ya había arruinado su vida. La había obligado a casarse con Leopold, había aplastado el corazón del hombre que amaba y, sin darse cuenta, la había obligado  a vivir con su enemigo más mortal, Snow White.

"Oh, por favor cariño, no puedes seguir enfadada por lo de ese mozo de cuadra, ¿verdad? Supongo que puedo entender la atracción que sentías, él era tan..." Cora buscó la palabra exacta que enfadaría a Regina, "...perfecto, para un caso de caridad, y sé cuánto te gusta ayudar a los más desafortunados. Debes haberte sentido tan bien estando con él" El tenedor de Regina se estrello contra su plato cuando se apartó de la gran mesa de caoba. Las patas de su silla chirriaron ruidosamente al ser arrastradas en el suelo.

"Ya, ya querida, recuerda quien es la única que siempre esta pensando en lo mejor para ti". Cora sonrió brillantemente, sus labios se curvaron hacia arriba para revelar un conjunto de dientes blancos y perfectos. Regina, que ahora estaba de pie, dio media vuelta y caminó rápidamente hacia la salida del comedor. Cora simplemente agitó su mano en respuesta, suspendiendo mágicamente a Regina en el aire.

"Detente, madre, detente ahora mismo". La morena luchó por soltar el lazo. Se concentró en la magia que Rumplestilskin le había enseñado, pero gruñó de frustración cuando falló miserablemente. Todavía era una novata.

"Oh, qué lindo. ¿Estás tratando de enfrentarme, Regina? Puedo sentir tu magia tratando de ayudarte. Tan frágil. Aunque supongo que no debería sorprenderme, siempre fuiste débil". Cora volvió a mover la mano y Regina salió volando hacia un espejo que estaba en un extremo de la pared. Su cuerpo rompió el vidrio y cayó en el suelo con un ruido sordo.

Fue este sonido exacto el que atrajo la atención de Emma desde el otro lado del castillo. De repente sintió que la magia oscura se filtraba en el aire a su alrededor. Parecía demorarse y arremolinarse en los pasillos. Corrió hacia el comedor tan rápido como pudo.

"¿Dónde está tu querido esposo Regina? Quiero hablar de un asunto con él". Cora dijo con condescendencia, siempre hablando con condescendencia. Regina se levantó del suelo débilmente, fragmentos de vidrio rotos cayeron de ella mientras tropezaba para levantarse.

"¿Qué crees que estás haciendo?" Emma apareciendo en el marco de la puerta furiosa por la escena frente. La mujer mayor se dio la vuelta para mirar a quien osaba interrumpirla.

"¿Y a quién tenemos aquí?" Pregunto  mientras caminaba sigilosamente hacia Emma, ​​rodeándola como un depredador a su presa. Emma permaneció inmóvil, con los puños apretados junto a sus costados.