CAPITULO 1

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Aegon no sabía ni cómo reaccionar ante tal noticia, todo él se sentía en controversia, una parte de él lo quería y la otra odiaba con todo su ser lo que estaba pasando, sus manos apretaban fuertemente la almohada rellena de plumas que tenía en su regazo a la vez que lágrimas de tristeza, ira y decepción brotaban de sus ojos violetas hasta deslizarse por sus mejillas, varias de ellas cayeron en sus labios pudiendo sentir el sabor salado que tenían.

-"Yo te lo dije, te lo dije, siempre supe que pasaría, trate de advertírtelo, pero lo único que tu hiciste fue ignórame"- Aegon estaba mas que seguro que esas serian las palabras que Alicent le diría en cuanto le diera la noticia de lo que le estaba pasando.

Su madre siempre le había reiterado que si seguía comportándose como lo hacía solo atraería problemas y lo único que esos problemas le provocarían seria llenarlo de pesar y arrepentimiento, Aegon recordaba molestarse siempre que escuchaba los mismos sermones de su madre la reina Alicent una y otra y otra vez, incluso ya hasta se los sabía de memoria porque siempre le decía lo mismo, siempre era el mismo sermón cada vez que regresaba ebrio o apestando a un alfa después de haber estado en los múltiples burdeles y tabernas de la calle de la seda.

-"Te vas a acordar de mí y de mis palabras cuando algo te suceda y ese día yo ya no diré nada porque ya me habré cansado de todo"- Eso fue lo último que le dijo su madre cuando lo reprendió por última vez al descubrirlo con un alfa en la cama.

Sin importarle un bledo Aegon la había mandado al demonio y se había reído intensamente para después volver a tener otra ronda de sexo más intensa con el alfa que lo había complacido toda esa noche.

Su padre Viserys les había dicho en alguna ocasión a él y a sus hermanos que la gente decía que los Targaryen estaban más cerca de los dioses que nadie.

Cuando uno es un dios se supone que tiene poderes y habilidades que lo representan y hacen único de los demás, en ese momento Aegon deseaba tener la capacidad de regresar el tiempo atrás para advertirle a su yo del pasado de lo que pasaría si continuaba haciéndose el de la vista gorda y oídos sordos.

Hace unos meses sentía que podía comerse el mundo entero, que podía hacer y deshacer todo a su antojo, que era invencible, igual que lo era un dios.

Pero ahora era el mundo entero el que se lo estaba comiendo y el que lo estaba deshaciendo en miles de pedazos.

Nunca creyó decirlo o admitirlo, pero como no se dio cuenta de que las palabras de su madre estaban cargadas de completa y absoluta razón, por algo las madres te dicen las cosas, si tan solo no hubiera sido un completo inmaduro y le hubiera hecho caso a su progenitora se hubiera evitado la pena de encontrarse en aquel deplorable, patético y humillante modo.

¿Qué carajo le había pasado? Muy fácil, seguramente sería el karma cobrándose todas las que había hecho o puede ser que su situación se deba a haberse metido con el alfa Jacaerys Strong.

Se levantó de la cama caminando hasta el espejo de cuerpo completo que estaba ubicado en una de las esquinas de su habitación, su rostro estaba pálido, muy pálido, podia notar las enormes y marcadas ojeras debajo de sus ojos por la falta de sueño, sus labios rojos ahora no tenían color y estaban completamente secos, pudo sentir su aspereza al pasar sus dedos sobre ellos.

El Aegon de hace un mes nunca hubiera tenido ese semblante demacrado y apagado, ahora que se veía solo tenía ganas de vomitar, su estómago se le revolvió y solo pudo atinar a tomar una de las jarras vacías de vino que estaba sobre su mueble para vomitar en ella y sacar lo poco que había comido ese día.

LUCHANDO POR TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora