𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫'𝐬 ━ 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐦𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲

09

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—El siguiente capitulo se llama; El callejón Diagon.—Empezó a relatar Hermione bajo la atenta mirada de todos los presentes.

Harry se despertó temprano aquella mañana. Aunque sabía que ya era de día, mantenía los ojos muy cerrados.
«Ha sido un sueño —se dijo con firmeza—. Soñé que un gigante llamado Hagrid vino a decirme que voy a ir a un colegio de magos. Cuando abra los ojos estaré en casa, en mi alacena.» Se produjo un súbito golpeteo.
«Y ésa es tía Petunia llamando a la puerta», pensó Harry con el corazón abrumado. Pero todavía no
abrió los ojos. Había sido un sueño tan bonito…
Toc. Toc. Toc.
«Isabella ya debe de estar esperandome afuera» volvió a pensar Harry.

—Por suerte no era un sueño.— hablo el azabache con una sonrisa.
Si bien habían pasado por muchas cosas malas a lo largo de su estadía en Hogwarts, también habían pasado los mejores años de su vida, y ninguno se olvidaría de eso jamás.

—Está bien —rezongó Harry—. Ya me levanto.
Se incorporó y se le cayó el pesado abrigo negro de Hagrid. La cabaña estaba iluminada por el sol, la
tormenta había pasado, Hagrid estaba dormido en el sofá, mientras que Isabella dormia cómodamente a su lado, envuelta en el gran abrigo, y había una lechuza golpeando con su pata en la ventana, con un periódico en el pico.
Harry se puso de pie, tan feliz como si un gran globo se expandiera en su interior. Fue directamente a la ventana y la abrió. La lechuza bajó en picado y dejó el periódico sobre Hagrid, que no se despertó.
Entonces la lechuza se posó en el suelo y comenzó a atacar el abrigo de Hagrid.
—No hagas eso.
Harry trató de apartar a la lechuza, pero ésta cerró el pico amenazadoramente y continuó atacando el abrigo.
—¡Hagrid! —dijo Harry en voz alta—. Aquí hay una lechuza…
—Págala —gruñó Hagrid desde el sofá.
—¿Qué?
—Quiere que le pagues por traer el periódico. Busca en los bolsillos.
—¿Por qué están todos gritando?— murmuró soñolienta Isabella mientras se sentaba refregando sus ojos. —Necesito una buena taza de té.

—Isabella sin duda es igual a James.— se burló Lily.

Padre e hija dieron la misma sonrisa de orgullo  para luego chocar los cinco.

El abrigo de Hagrid parecía hecho de bolsillos, con contenidos de todo tipo: manojos de llaves,
proyectiles de metal, bombones de menta, saquitos de té… Finalmente Harry sacó un puñado de monedas de aspecto extraño.
—Dale cinco knuts —dijo soñoliento Hagrid.
—¿Knuts?
—Esas pequeñas de bronce.
Harry contó las cinco monedas y la lechuza extendió la pata, para que Harry pudiera meter las
monedas en una bolsita de cuero que llevaba atada. Y salió volando por la ventana abierta.
Hagrid bostezó con fuerza, se sentó y se desperezó.
—Es mejor que nos demos prisa, Isabella, Harry. Tenemos muchas cosas que hacer hoy. Debemos ir a Londres a comprar todas las cosas del colegio.
—¡Uy!, ya quiero tener mi varita.— exclamó emocionada la pelirroja mientras se levantaba de un salto.