Acababa de despertar, su fiel Guardián lo estaba abrazando, casi muere ayer, la primera vez en su vida que le temió a la muerte, se preguntaba a sí mismo el porqué, ¿qué era lo que había cambiado? Desde su punto de vista no había cambiado nada, perder ¿qué tenía para perder? Nada.. Laika, su Guardián, a quien comenzaba a ver como un amigo, ¿Ihsan? Tal vez.
Alguien tocó la puerta, sacándolo de sus pensamientos, se sentó de golpe asustando al pelirrojo, quien también se había perdido en los suyos, este se paró y se dirigió a abrir la puerta. Primero abrió cautelosamente, pero al ver de quien se trataba la abrió de par en par y se inclinó ante su majestad el Emperador.
El joven estaba por salir de su cama para hacer su reverencia, pero lo detuvo la mano alzada del Emperador, quien se acercó a la cama mientras el Guardián cerraba la puerta, era bueno no tener que levantarse, todavía le dolía la cabeza.— Ya me informaron lo que ocurrió, todos están siendo interrogados— afirmó el mayor con lo que parecía ser irritación.
— ¿Todos?— preguntó el joven rubio un tanto sorprendido.
— si, tanto los asesinos como los guardias de turno.
No esperaba que el emperador le diera importancia a lo que ocurrió, pero ahora que lo pensaba más calmadamente tenía sentido. Un intento de asesinato a uno de sus hijos en el palacio y con los guardias fuera de sus puestos, bien podía ser una mente externa, o peor, una interna, lo que podría significar una rebelión. El emperador tiene siete hijos contándolo a él, él no podía evitar pensar que la mente maestra pudo haber sido alguno de ellos, su padre, antes que padre, es el emperador, era imposible que no se le pasara por la mente esa posibilidad.
— desde hoy a la tarde a tu Guardián se le entrenará en el manejo de armas blancas, lo de ayer no se puede repetir— mencionó mientras miraba de reojo al susodicho, aunque sonaba como una crítica realmente lo estaba alentando.
— Pero!- — quiso replicar, pero su padre lo interrumpió.
— Asignaré a mis guardias personales para que te resguarden mientras tu chico no está— Selim quedó perplejo ante esto ¿acaso ese hombre podía oír sus pensamientos? O tal vez podía leerlos en su rostro.
El mayor tocó la cabeza de su hijo, al joven le pasó un escalofrío de la cabeza a los pies, Selim giró la cabeza y miró a su padre a los ojos, apenas recién notando estos eran rojos como la sangre y, que para su sorpresa, parecía indeciso, hasta ese momento había mantenido la cabeza agachada por lo que no vio sus expresiones anteriores.
— Señor, incomoda a mi niño— habló el pelirrojo mientras los miraba de forma furtiva, a Selim le sorprendía lo descarado que podía llegar a ser, pero tenía razón, no estaba acostumbrado a que le toquen la cabeza, no le gustaba, su madre no lo hacía porque se molestaba.
El emperador retrocedió, no debería haber hecho eso, fue un impulso. Tosió y se dirigió a la puerta, deteniéndose frente a ella volteó y habló.
— Ihsan no pudo venir, pero dijo que a la tarde irá a tomar el té al palacio de la Princesa Imperial, te invitó a ir— tras decir esas palabra se fue.
El pelirrojo se acercó al chico emocionado.
— me van a dar una espada! ¡¿qué tan genial es eso?!
— Estás muy emocionado con el hecho de que serás el muñeco de práctica de los demás— mencionó de forma burlona mientras se levantaba de la cama— el emperador estuvo raro hoy.
— Si, antes de que pasara tenía cara de enojado, pero la cambió mientras abría la puerta— dijo desde la ventana, viendo hacia el jardín— Bueno, a quién le importa el emperador? Vamos a ir al palacio de la Princesa Imperial?
— Por supuesto mi leal caballero, pero ahora tengo hambre. Hablando de hambre, y Laika?
— Ay cierto, Ayşe dijo que le están enseñando a quedarse sentada.
Luego de desayunar pasaron toda la mañana estudiando con la niñera. Al mediodía llegó la nueva servidumbre que mencionó Ihsan. Ya a las cuatro de la tarde, para su pesar, se llevaron al pelirrojo para el entrenamiento, por lo que tuvo que ir solo a tomar el té, los guardias reales lo acompañaron hasta el palacio de la Princesa Imperial, no era necesario seguir acompañándolo ya que ese era el lugar más seguro del imperio.
Selim observó el increíble paisaje en el jardín, que mas bien parecía un laberinto para él, estaba muy seguro de que había visto la misma hilera de arbustos siete veces, pensaba en que tuvo que haber pedido instrucciones.
Al girar en una esquina tropezó con algo y cayó de cara al suelo.
— ¡ay perdón perdón, disculpa! ¿Estás bien?— el joven se levantó sorprendido al oír una voz ligeramente conocida, aquella niña albina lo miraba entre preocupada y asustada, no la vio porque estaba acuclillada recogiendo flores.
— estoy bien! No importa, enserio— aseguró poniéndose de pie y sacudiendose la tierra de la ropa.
— qué hace en esta parte del jardín?— preguntó repentinamente curiosa.
— Ja me perdí— un poco avergonzado— el 6to príncipe Ihsan me invitó a tomar el té, pero no sé exactamente dónde es.
La albina dejó escapar una risita— Ya veo! Conque es eso.. bueno, era de esperar, te llevaré allí— dijo mientras se levantaba, seguido comenzó a caminar y el rubio la siguió— es en este jardín, pero en la parte noroeste, detrás de la fuente del niño con el arpa.
Caminaron unos seis minutos hasta llegar a aquella fuente, la estatua del niño parecía tan real, colores vibrantes y detalles relucientes.
En una mesa redonda mediana se encontraba sentado Ihsan jugando con un conejito azul oscuro, al verlos se paró emocionado.— Selim, Umay! Se tardaron.
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El Ilegítimo 5° Príncipe
FantasyTras la muerte de su madre fue exiliado a las montañas y marginado, pero años despues un joven le revelaría la verdad de su vida y lo llevaría a su destino