Capítulo 3: La charrita fresa

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No sabía cómo responderle, digo mentiras no estaba diciendo, pero me sentía un poco nerviosa de estar tan cerca de ella, ¿qué mierda me pasaba? Yo no era introvertida y mucho menos penosa.

—Pues no lo puedo negar, me salvaste ese día del imbécil de Gonzalo, no sé cómo te lo puedo agradecer —le digo titubeando.

—No hay que agradecer morra, ese carnal se estaba pasando de pendejo contigo —dice con una voz cantadita, muy característica de la gente de barrios bajos.

—Es muy necio, siempre lo rechazo, pero jamás ha entendido que no es mi tipo —digo mientras ruedo los ojos y seguimos caminando.

—Pues según lo que vi, ese compa está bien feo

Me reí ante su comentario, Gonzalo se sentía una adonis y parido por los dioses, muy pocas mujeres se le llegaban a negar, pero sólo porque su padre es un funcionario público.

—O sea sí, es feo, pero vieras como se siente la última Coca-Cola del desierto —señalo.

—Pues será Coca podrida, por qué no se si haya alguien que le hiciera caso, y menos con su look de niño mamerto —comenta Spider mientras seguimos abriéndonos paso por el tianguis, viendo que nuestros amigos ya iban un poco más avanzados.

—¿A dónde vamos? —le preguntó un poco intranquila.

—No te preocupes mija, vamos a nuestro spot de por acá, donde patinamos y quemamos —dice la morena.

—¿Qué van a quemar? —alzaba mi ceja sin entender a que se refería.

—Pues un poco de mota, ¿Qué más? —me ve como si fuera lo más normal y común del mundo.

—Vaya, entiendo, ¿te gusta la marihuana? —le preguntaba viéndola de reojo.

—¡Simón carnalita! ayuda a relajarte y así los vergazos cuando te caes de la tabla no duelen mucho —me señala su patineta.

Su voz era un tanto golpeada y cantada, pero me gustaba, escucharla me traía cierta paz.

—Yo jamás lo he hecho, sólo tomo alcohol —le señalo, —y a veces fumo tabaco, cuando estoy en una fiesta, me cuesta mucho beber y no estar inhalando cigarro.

—Te entiendo, igual me llega a pasar, cuando vamos a las tocadas de punk o cosas así siempre que tomo una chela tengo que estar con el perro cigarro en la mano, sino no me sabe a nada la cerveza —comenta Spider.

—¿Cúal es tú nombre completo? Sólo sé que te dicen Spider y te llamas Lidia.

—Me llamo Lidia Carrillo Duran, pa servirte —me extendía la mano y la tomaba, sintiendo que sus manos si bien no eran las de un hombre trabajador, si notaba que eran ásperas, supongo que por la patineta o alguna cosa que hacía.

Pero era su mano, de sólo sentir su roce me estaba haciendo vibrar, sentía cierto escalofrío en la mía, me gustaba el contacto y roce que teníamos.

Le respondo el saludo.

—Me llamo Miriam Guadalupe Gaytán Lozada, y es un placer conocerte chica —le digo sonriendo y las dos nos reíamos ante la tan exagerada manera de presentarnos.

Avanzamos una cuadra más a lo largo de lo que parecía una zona de arrabales, había muchos condominios del gobierno, gente caminando, pero se notaba la diferencia, gente morena y con cierta vestimenta que denominamos chaka con el lenguaje coloquial.

—¿Es seguro acá? —le pregunto.

—Vienes conmigo morra, no te preocupes —me sonreía la chica haciendo que me derritiera ante ese desplante.

Entre Charros y PatinetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora