La codicia de un hombre.

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Sanemi es un hombre.

Y él sabe lo crueles que pueden ser los hombres, también las mujeres por el pasado de Iguro.

Pero toda su vida conoció a mujeres amables que se merecían el mundo, que solo se merecían abrazos y alguien que las proteja o solamente las acompañe en sus momentos solitarios.

Su madre, sus hermanas, Kanae...

Su madre no tenía a nadie, solo a su marido alcohólico, y es por eso que Sanemi decidió hacer lo mejor que podía para ayudarla.

Kanae era la mujer de la que se enamoró si el era sinceró, ella y su hermana perdieron a sus padres, pero Gyomei las rescató y fue él modelo a seguir de las dos chicas.

Sus hermanas pequeñas solo lo tenían a él y a sus hermanos menores... Es una pena que no pudiera verlas crecer más.

Y por último estaba su hermana pequeña Genya...

Oh, ella si que se merecía lo mejor del mundo.
Pero él Dios inexistente de arriba solo la hizo caminar entre las llamas del mismo infierno haciendo que ella se volviera un muñeco lleno cortés por donde salía su algodón, hasta volverse solo la tela del muñeco.

Fue un estúpido, hasta ella le dijo su estupidez.

"¿Que piensas que le pasará a una niña si la dejas sola en la calle Sanemi?" Dijo ella llena de lágrimas.

Era un gran estupido al pensar que tendría una vida buena.

La vida la destruyó más, no fue suficiente ver la muerte de su familia, le tuvieron que arrebatar el control de su cuerpo y ahora sus sentimientos eran un montón de hilos enredados.

Pensó que se casaría y encontraría a un marido amable, no le importaba si era pobre, debía de ser un buen hombre.

Se casó con un imbécil más estupido que él mismo, tenía dinero, no le faltaba para la comida y mantener a su hermana, pero abusó de ella, le pegó y ella recibió los golpes cómo su madre solía hacer con su padre para que no dañará a sus bebés.

Se sintió enfermo al tener esos recuerdos y ver a su hermana en el lugar de su madre, quería vomitar, gritar, pegarle a algo...

Quería matar a algo, o mejor dicho, matar a alguien.

Y no dudaría en hacerlo si no fuera por su hermana, la persona que debería estar más enojada.

Pero ella no lo estaba, ella estaba jodidamente enamorada de ese maldito, o eso dice ella.

Sanemi también vio el cómo Genya es muy cautelosa con los hombres, hasta con él, parece que procura no hacerlo enfadar, como si su vida dependiera de ello.

Ella no quiere hacer enfadar a nadie, y cuando lo hace toma una posición defensiva, no se protege a ella misma, protegé a su bebé.

Y Nobuyuki, joder, él era lo mejor que le podía haber pasado a la cordura de su hermana.

Es un hilo fino del que Genya se sujeta como si su vida dependiera de ello, su mentalidad depende de él.

Nobuyuki era una oportunidad, una oportunidad para poder acceder a la mente jodida de Genya.

"Nobuyuki es lo principal que mantiene a tú hermana en este mundo, es su distracción pará no unirse en sus pensamientos, busca más actividades para que ella no se sumerja en su mente." Le dijo Shinobu, no cómo un consejo, más bien como una orden desesperada.

Ahí es donde entra Gyomei, ese hombre es un genio y otra posibilidad para volver a entrar al mundo distorsionado de su hermana.

Los jodidos bonsáis fueron la distracción perfecta y Gyomei fue el que lo descubrió, no él, su hermano mayor, un hombre que sólo conocé a su hermana por uno pocos días juntos.

Se sintió tan inútil.

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Pensó en cómo Nobuyuki mantenía a su hermana feliz y distraída.

Le debía mucho a su querido sobrino, ya que aún cuando no estaba en este mundo salvó a su hermana por las grandes ilusiones que ella tenía por ser madre.

Ese niño tenía todo su respetó antes de que naciera.

Y entonces se dió cuenta de algo.

Genya antes de que Gyomei la salvará no estaba sola, Nobuyuki estaba con ella.
Ella ya tenía a alguien quién la acompañaba y no era él.

Es por eso que cada mañana agradecía a su sobrino.

"Gracias pequeño." Dijo Sanemi en un susurro mientras veía al pequeño bebé dormido acostado al lado de Genya.

"Nemi, ¿Por qué le agradeces? ¿A caso no a llorado en todo él día?" Genya se rió al pensar en eso, ya que Nobuyuki llora de repente cuando quiere o necesita algo.

"No, es más, lloro bastante hasta que no lo deje tocar a mi escarabajo" Dijo Sanemi con una pequeña sonrisa al recordar cómo le enseñaba al bebé a su escarabajo rinoceronte. "Tuve que envitar que se lo pusiera en la boca, esa sería una muerte segura para mi pobre escarabajo."

Genya solo se pudo reir de aquello.

Una distracción reciente que descubrió era hablar y hablar sobre lo que le pasó en él día, Genya escuchaba feliz, aunque estas podían ser repeticiones del día anterior ella lo escuchaba.

Ella también contaba cómo le fue en el día aunque insistiera que sería aburrido de escuchar Sanemi la hacía hablar.

Y ella hablaba al ver él gran interés de su hermano por saber lo que hizo durante él día y como le fue en éste.

"Hoy fue un gran día." Dijo Genya con un tono cansado, ya estaba recostada sobre su futón y tenía una mano sobre el pecho de su hijo para evitar que este se destapé.

"Si, hoy si que lo fue." Confirmó Sanemi, pero se quedó callado al ver cómo su hermana tenía los ojos cerrados y ya no parecía percibir su entorno, se había quedado dormida.

Él ante eso solamente suspiró aliviado pará después darle un beso en la frente a su hermana y después otro en una de las mejillas suaves de su sobrino él cual hizo un pequeño quejido de bebé.

"Gracias pequeño por mantenerla segura hasta el día de hoy" Susurró y después se levantó sin hacer ningún ruido y se fue.

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-Sanemi odia hablar mucho, o decir sus sentimientos, pero con Genya le sale naturalmente.

-Nobuyuki se quería comer al escarabajo rinoceronte de Sanemi, este lo detuvo.

-Otro pasatiempo de Genya es escuchar los secretos de los demás, Gyomei habla sobre lo que sabe.

¿Queréis otro capítulo de Genya pilar?

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