O2

112 17 2
                                    

La mañana era fría, el vidrio de su ventana estaba algo empañado, el pasto de su patio hasta se podía ver un poco blanco.

Tenía que ir a una escuela nueva, hacer amigos si es que podía, adaptarse a todo este no tan nuevo ambiente.

Había dormido horrible, si es que siquiera lo había logrado. Eran las 6:00 A.M ¿Realmente tenía que levantarse?

Con gran esfuerzo se sentó en la cama, intentando despejarse del sueño; quizás hasta tome un café, por más que no le guste. El piso se sentía frío, maldecía no haberse puesto calcetines para dormir.

Entró al baño, sentía sus pies adormeciéndose por el frío. Prendió la ducha y esperó un poco a que el agua se caliente. Una vez dentro, estaba distraído pensando en lo ocurrido la pasada noche, tanto que casi coloca jabón en su cabello.

Se comenzó a cambiar al uniforme. Era una simple camisa blanca con el logo de la escuela y unos pantalones lisos de color negro. Le incómodaba un poco la tela del pantalón, pero pronto se acostumbraría. Le agregó una chaqueta verde militar que siempre usaba, la amaba, era cómoda y calientita. Esperaba que no le reclamaran sobre eso.

Esas escaleran se volvían a sentir surreales, toda la situación en la que estaba ahora se sentía surreal. Su madre había muerto, volvió a la casa de su infancia, tenía que ir a una nueva escuela y la sombra que vió en la noche.

La cocina tenía un fuerte olor a panqueques. Su padre estaba cocinando para él, la mesa tenía fruta picada y cereales. –Ya despertaste, me alegro ¿Cómo dormiste?– preguntó, sirviendo los panqueques en platos con una forma cuadrada.

–Bien, mejor de lo que pensé.– Mintió ¿Cómo le iba a decir que a penas pudo pegar un ojo sin asustarse? Por suerte no tenía ojeras que delataran su mentira.

Tranquilamente se sentó en la mesa, esperando a que su padre se siente y comenzar a comer. Qué decir, estaba muerto de hambre, pero nunca le faltaría el respeto.

–¿Qué quieres beber? No sé muy bien tus gustos así que no quería servirte nada que no te vaya a gustar.

–Solo agua, por favor.– Y así un vaso de agua fue servido frente a él. Comenzó a comer, felicitando a su padre por su increíble comida.

Volvió a subir, fue a lavarse los dientes y revisar que todas sus cosas estuvieran en su mochila, a veces era muy despistado. La mochila era de color negro, pero llena de pines de aliens y ovnis, sin mencionar los gatos. A sus ojos era muy bonita, esa mochila le recordaba a todas las veces que hablaba con su mamá sobre aliens y como estos podrían fácilmente dominar la tierra si es que llegan a venir.

Se aguantó las lágrimas, estaba a punto de irse, no era oportuno llorar en ese momento.

Llegó abajo, la escuela no estaba muy lejos, quiso ir caminando, incluso aunque su padre se había ofrecido a llevarlo.

Estaba al frente, al frente estaba la escuela en la que iba de pequeño. Había mucha gente afuera, mas nadie se le acercaba, tampoco le importaba, estaba admirando la estructura de esa escuela que antes había visto tantas veces.

Se adentró, sin recordar a dónde debía ir o qué hacer. Un chico rubio se acercó y tocó su hombro suavemente. –¿Eres nuevo? ¿Necesitas ayuda?

Un escalofrío recorrió su cuerpo, estaba tan distraído pensando en el caminó que no se había dado cuenta de alguien acercandose a él.

–Sí, por favor ¿Sabes dónde está el salón 1-B?

–¡Oh! yo voy a esa misma clase ¿Cómo te llamas? Soy Jungsu.– Dijo con una sonrisa. Se veía amigable, inmediatamente le causó un sentimiento de confianza.

–Me llamo Jiseok.– Le sonrió devuelta.

Comenzaron a caminar. Aunque Jungsu no le habló más hasta llegar, no se sintió incómodo con él.

Los salones eran mucho más bonitos y ordenados a como recordaba, quizás porque se fue a los 7 años y siempre dejaba desorden, sin importar todas las advertencias que le daban.

Habían algunas personas dentro, conversando entre ellas y sin darse cuenta que entraba a ese sala. No importa que sus zapatos hicieran un ruido como el de un imponente tacón, no se le voltearon a ver.

–Adivina qué; el único puesto que queda está conmigo. Tienes suerte, los demás son unos insoportables.– Fue inevitable no soltar una risa, por el tono serio con el que había dicho lo último Jungsu. En ese momento las personas conversando se le quedaron viendo, las saludo con la mano y una sonrisa mientras se en su nuevo lugar.

Esperaban a que alguien llegara a hacerles clases. Él no se calló en ningún momento, le preguntaba miles de cosas a su amigo -puede que amigo, no le había preguntado- y le hablaba de tantas cosas. Como la diferencia de sonido y calidad entre distintos tipos de guitarras. No estaba seguro de si Jungsu lo estaba escuchando, pero este lo miraba fijo mientras hablaban.

Un profesor entró, invitandolo a presentarse frente a la clase. Se levantó, sin ningún nervio, hablar con otros y dar presentaciones siempre había sido su fuerte, sus amigos lo consideraban muy carismático.

–Buenos días, soy Kwak Jiseok. Espero conocerlos y ser amigo de ustedes, realmente me emociona estar en un ambiente nuevo con nuevas personas.

Así su felicidad perduró, hablaba con Jungsu, conociendolo más. Pero, una vez salió y tuvo que dirigirse a su casa, recordó la razón por la que estaba ahí. Otra vez quería llorar, pero simplemente se aguantó, no iba a llorar a media calle.

Ghost - [Xdinary Heroes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora