Han pasado unos días desde que fue la celebración y vi a Julia, después de eso no la he vuelto a ver. Luego de esa celebración el Rey curiosamente me dejó libre y ya no tengo a un guardia vigilando constantemente la puerta de la habitación. Ahora puedo moverme por el palacio sin sentir que estoy haciendo algo malo. He descubierto que me encuentro en el tercer piso del palacio en la torre sur de este y en el piso en el que me encuentro están las habitaciones de las demás damas de compañía de su majestad.
Es un palacio enorme pero siempre hay personas, para ser grande siempre hay empleados merodeando por ahí, no se siente tan solitario como los primeros días que llegué a este lugar. También estoy agradecida de que el rey no me haya llamado para cenar desde la celebración, estoy tratando de pasar lo más desapercibida posible, no quiero llamar la atención del rey, he tratado de mantenerme alejada de él.
Miro por la ventana de la habitación hacia el cielo, el día está nublado y creo que comenzará a llover, llevo despierta un buen rato, los coches en este lugar se me hacen eternos y no logro dormir bien. Ana entra a la habitación y me da los buenos días.
—Señorita, el Rey quiere que sus damas bajen a desayunar con él, el desnudistas estará listo dentro de una hora, es mejor que comience a prepararse. —dice abriendo el ropero que hay en un extremo de la habitación.
Dentro de este hay variedad de prendas, todas de de colores muy suaves, tan suaves que casi todas parecen casi blancas, Ana elige un vestido de mangas largas celeste con encajes y acinturado, unos zapatos igual a los de la otra noche, ya que tengo ese modelo repetido en distintas colores.
—Una vez termines con el vestido, te ayudaré con el cabello.
—No es necesario, lo llevaré suelto...
—No creo que sea posible. —me interrumpe —. Al Rey no le gusta que las damas lleven el cabello suelto, para él es importante que se vean presentables en todo momento.
—Pero no quiero llevarlo amarrado. —dije cruzándome de brazos.
—Y yo entiendo eso, pero creo que ambas tendremos problemas si no obedecemos las órdenes.
Me visto y de malas ganas me siento en el tocador frente al espejo, Ana comienza a peinar y trenzar mi cabello en un círculo, luego lo complementa con unos accesorios. Bajamos al enorme comedor, al entrar veo a las 4 mujeres sentadas en sus respectivos puestos a lo largo de la mesa, inspeccionó el lugar disimuladamente mientras Ana me guía a mi lugar.
La forma de vestir en este lugar es muy diferente a la que estaba acostumbrada en Marbelia, allá la gente andaba cómoda, al ser una república comerciante la gente se vestía más simple, sin tantos adornos, me gustaba era un estilo relajado. Pero acá es todo lo contrario, hay reglas de colores, vestimenta y las mujeres andan de pies a cabeza con accesorios lujosos.
En la cabecera de esa está el Rey, a su derecha está su hijo el príncipe. La mesa está repleta de alimentos y frutas de la zona, en este reino se dan mucho las frutas tropicales y refrescantes. En la mesa hablan entre ellos en voz baja a la espera de que el Rey comience a comer.
―¿Quién es la mujer que está a su izquierda? —preguntó en voz baja a Ana, mirando a la mujer pelirroja que se encuentra junto al rey.
—Es la señorita Ángela, es la mayor de todas las damas, tiene 36 años y lleva mucho tiempo junto a Sumajestad.
—Luego la sigue la señorita Elis, y Cristin, llegaron juntas al palacio, deben de tener uno 25 aproximadamente. —me dice Ana refiriéndose a las gemelas castañas que están junto a Angela.
—Y yo soy Selma, un gusto conocerte. — me dice la mujer que está al lado, ella se encuentra entre el príncipe y yo.
—El gusto es mío Selma.
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La Hija del Mercader
Romance"La Hija del Mercader" es una cautivadora novela de ficción histórica que te sumergirá en un mundo lleno de misterios, romance, conflictos, pasión de intrigas palaciegas, batallas épicas y secretos oscuros que pondrán a prueba la valentía y el coraz...